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martes, 16 de diciembre de 2014

El Maratón de los Amigos

Definitivamente todos los maratones son diferentes, no se pueden comparar uno con otro aunque se trate del mismo evento, y es por eso que a cada uno en los que he participado los he denominado con diferente nombre.

Mi primer maratón fue en Monterrey el 12 de diciembre del 2010. Llegar por primera vez a la meta me hizo experimentar una alegría que no puedo describirla con palabras, lo que sí puedo decir es que llegué tomado de las manos de mis hijos, que mejor ocasión que en la primera vez, fue un momento sensacional cuya alegría me perduró por muchos, muchos días, corrí cada metro con la alegría de llegar a la meta, y dejar atrás todos los demonios mentales que se atraviesan en el inter. Disfrute cada porra, leí cada cartel que animaba a conocidos y extraños, bailé en alguna parte del recorrido. La alegría siempre me mantuvo en movimiento  aún y con los dolores en los pies y  piernas. Ese fue el principal motivo que me mantuvo concentrado en el objetivo, llegar a la meta.  La primera vez nunca se olvida, esa alegría tampoco, por eso fue EL MARATÓN DE LA GLORIA. Ese día me convertí en maratonista.

Al siguiente año me encontraba entrenando más fuerte, nuevamente para el maratón de Monterrey, quería mejorar mi primera marca de 4:25 horas. Entrenamientos al pie de la letra, concentrado, mejorando el paso, disciplinado, incluso en esos días llegué a los 50 minutos en un 10K. El día del evento amaneció con llovizna y un frío de los mil demonios, si no mal recuerdo estábamos a 6 grados centígrados, así dio inicio el arranque, el tiempo nunca mejoró, yo iba concentrado otra vez, mantuve mi paso al cual había entrenado, el frío y la llovizna no cedían, ya no sabía si reír o llorar, los dolores comenzaron más allá del km 35 con la consecuencia de disminuir el paso, pero nunca me paré a caminar, al entrar al paseo del río Santa Lucía, se me hacía cada vez más lejos llegar a la meta con tanta vuelta en esa zona, los dolores y el cansancio acumulado me hicieron bajar aún más el ritmo pero no quería caminar, entramos por fin al circuito del parque fundidora, la vuelta final me pareció una eternidad, mi corazón me reclamaba y pedía piedad, mi único objetivo era llegar sin caminar, por fin la última vuelta y frente a la arena Monterrey apareció la meta, esos últimos metros me supieron a gloria, solo que en ésta ocasión no había nadie esperándome, solo un frío que me abrazaba con el viento y me hacía sentir la heladez de un tempano en medio del océano ártico. Por fin crucé la meta. No supe de donde saqué fuerza para no caer, me tambaleé un poco, recibí mi medalla, un poco de alimento y bebidas que tenía en hielo como si hiciera falta enfriarlas más. Me senté en una jardinera, lloré. Mi cuerpo comenzó a perder temperatura y comencé a temblar cada vez más fuerte,  como pude me levanté me fui al carro, me quité la ropa mojada, me forré con ropa seca, y ahí me quedé unos cuantos minutos a recobrar un poco de calor, quizá fueron 15 o 20 minutos, no recuerdo, no me quiero acordar. Estuve a nada de la hipotermia, ya un poco más recuperado me fui casa y al llegar, me pregunta Alicia, ¿Cómo te fue? Solo le respondí, mal… esperaba su consuelo pero su respuesta fue: nadie te mandó, fuiste porque quisiste! (en esa época ella aún no corría, por eso no le guardo rencor) Me di un baño con agua caliente, me metí a la cama y ahí me quedé hasta el día siguiente. Volví a llorar en silencio. Mi tiempo fue de 4:09 hrs. Mejoré en 16 minutos el  tiempo de mi primer maratón. ESTE FUE EL MARATON DEL INFIERNO…. ¿Quién dice que en el infierno no hace frío?

Pero uno no entiende, ni por las malas, unos días después ya estaba pensando en el siguiente objetivo, así que para antes del fin de año ya tenía mis opciones y semanas después ya estaba inscrito para el maratón de Chicago que sería  en Octubre del 2012.  Mi entrenamiento se fue complicando y tuve algunas lesiones, en el inter conocí el método Osler que consiste en combinar el trote con caminata, eso ayuda a los músculos  a recuperarse y retrasar la fatiga de los mismos. Decidí llevarlo a cabo y lo practiqué durante mis entrenamientos, sobre todo porque la lesión no cedía, así llegamos a Chicago, Alicia ya corría, ósea, ya  estaba inmersa en el mundo del running y su perspectiva ahora era diferente. Las emociones comenzaron desde antes, cada semana del entrenamiento escribía una reseña, así lo hice por 18 semanas consecutivas hasta que una fría mañana de aproximadamente 3 o 4 grados centígrados ya estaba en el corral de salida esperando mi turno de arranque, las emociones estaban a flor de piel, así lo fue todo el recorrido, la sonrisa nunca  me la quité del rostro, seguro la tenía congelada por el frío, pero eso era una respuesta automática dadas las porras que recibía, además llevaba mi nombre en la playera, fue un gran acierto. Chicago fue felicidad total km a km, y llegar a la meta fue simplemente fabuloso a pesar de las molestias naturales de la distancia. Mi tiempo fue de 4:18 hrs. aún y con las sesiones de caminata que hacía en cada punto de hidratación. Por todo eso, Chicago fue EL MARATON DE LAS EMOCIONES.

Para el 2013 decidí participar en el Maratón de la Ciudad de México por un motivo muy especial, ese año mi papá cumplía 30 años de haber partido a mejor vida, en agosto es su aniversario luctuoso y en agosto se efectuaría el maratón, así que iba dedicado especialmente para él. De nuevo las lesiones aparecieron, pero esta vez estuve que pasar por alto el evento, ya tenía mi inscripción, así que Alicia tomó la estafeta del número y como había estado entrenando conmigo no tuvo escapatoria y así fue como corrió su primer maratón, así es, su debut fue a 2240 metros de altura sobre el nivel medio del mar. Yo solo la acompañé durante los últimos 5K y entramos juntos al estadio universitario. Fue fabuloso verla feliz.

Llegó el 2014 y con él muchos más retos deportivos como lo fue el medio Ironman de Monterrey en Marzo   y el triatlón Olímpico en Mayo, pero aún tenía un compromiso pendiente, tenía que cumplir a como fuera lugar. Por algo pasan las cosas, ésta vez, la fecha del Maratón de la ciudad de México sería el 31 de agosto, precisamente el día en que 31 años antes mi papá había cumplido con sus compromisos terrenales y había sido llamado a dar cuentas de los mismos. Ese sería el día de cumplir el compromiso pendiente de un año atrás.

Mi entrenamiento fue complicado, entre viajes de trabajo, compromisos y demás logré llegar a la línea de salida, ese día vestía una playera especial para cumplir el compromiso aún que no estuviera en mi mejor forma, además que aún no habíamos arrancado y ya se estaba cayendo el cielo, llovía a cantaros, el agua escurría por todo el cuerpo, escuchaba atento el mensaje que daban previo al arranque aderezado de imágenes que se proyectaban en las pantallas gigantes del arco de salida, tenía miedo, miedo por la lluvia, miedo porque mi entrenamiento fue atropellado, miedo por la altura de la ciudad, miedo natural que en sí genera éste tipo de eventos, miedo a la incertidumbre. Yo pedía un mensaje ante la ansiedad que me invadía,  pero Dios es muy grande y me entregó la respuesta a través de la voz que salía de los altavoces que  entre otras muchas cosas decía: vas a pasar por todo tipos de emociones pero éste es tú maratón disfrútalo…..   y porque a la mente de un maratonista no la derrota nada ni nadie !!  Bingo! Esa frase me retumbó en la cabeza, y dije, claro que lo termino porque lo termino, no hay otra opción. Gracias Dios, mensaje recibido.

Fue un maratón complicado por la altura, desde el km 18 tuve que parar a caminar y recuperar el aliento, pero el objetivo era claro, tenía que cumplir. Un recorrido muy bonito, mucha gente apoyando y las porras que recibía pero en especial de los corredores que veían la parte  posterior de mi playera con la dedicatoria y me daban todo tipo de ánimos: aquí viene tu papá…, anda, vamos por el viejo…, desde arriba te apoya…, tienes un ángel…, etc., etc. Cuando menos lo imaginé, estaba dejando constancia en video con mi entrada al estadio de CU y llegando a la meta con rayos de sol y cielo azul. Este fue EL MARATON DEL COMPROMISO, del compromiso cumplido. Mi tiempo fue de 4:49 hrs. Muy lejos de mi Record Personal pero con la satisfacción de haber cumplido cabalmente.



¿Será que a los corredores nos gusta la mala vida? No, no creo, más bien nos gustan los retos, no nos gusta quedarnos sentaditos y bien portados, tenemos que andar del tingo al tango. Y pues ni modo, ya tenía mi inscripción para el maratón de MTY edición 2014. No entiende uno, todavía no sales de una y ya estás apuntado para otra carrera.

Domingo 14 de diciembre de 2014, cinco mil quinientos corredores, llegamos Alicia y yo al parque fundidora antes de las 6 AM oleadas de gente salían de todas partes, a lo lejos vi a mis compañeros del POWERADE CYCLING TEAM con quienes participo en los carreras de bici de montaña (aprovecho el espacio para el comercial: quedé en 4º lugar de mi categoría en el serial estatal de éste año). Me acerqué a ellos,  saludé a  Joel, Nacho, en fin, a todos los ahí reunidos.

Continuamos caminando y ahora me encuentro a varios co-equiperos de Even Labs con quienes tengo aproximadamente un año entrenando con ellos la parte de triatlón comandados por el buen Milo y Román un poco a distancia. Alicia y yo nos despedimos, pues ella iba con sus amigas corredoras y compañeros de los Gusanitos Runners.

Foto de Maratón Powerade Mty


Fueron llegando más del equipo Even Labs y nos fuimos enfilando hacia la salida, pero estábamos muy muy atrás, dieron el arranque y creo tardamos casi 5 minutos en cruzar el arco de salida. Un arranque un tanto atropellado dada la cantidad de gente y los diferentes ritmos. Los rojos nos fuimos separando y dispersando entre el contingente, ya afuera del parque y dando vuelta hacia Av. Madero nos encontramos a Audrey, traía mucha pila y se aventaba unos arrancones para rebasar a la gente, le decía, tranquila! Aún falta mucho que recorrer… creo que me hizo caso porque ya no la volví a ver. Llegando casi para dar vuelta hacia Constitución alcancé a Alicia, venía entre un contingente de Gusanitos, la sorprendí con una nalgadita y la vi voltear con ganas de soltar una cachetada pero ya que me vio solo se sonrió, intercambiamos algunas palabras de ánimo y amor,  le dije a sus co-equiperos, ahí se las encargo! Me la cuidan bien! Si claro, respondieron, nos despedimos y seguí mi camino que era el mismo de todos los demás. Después y no muy adelnate venía Gaby, también vecina, igualmente nos saludamos.  Más adelante me rebasó el Doc. Muela, iba tan rápido que ni lo pude saludar. Todavía el contingente era apretado, sentía una molestia en la pierna por fuera de la espinilla, aun no lograba encontrar mi ritmo, mi paso, recordaba la estrategia que me había dado Milo  (el Coach) y la repasaba en la mente. Más adelante al final de Av. Revolución y tomar hacia el cruce de Garza Sada, me encontré a Luis Arizpe, un buen amigo corredor y comandante del equipo de corredores de Alestra, nos saludamos nos fuimos platicando algún tramo. Más adelante dando la vuelta hacia Lázaro Cárdenas frente al Walmart di alcancé a Paco, vecino de la colonia y corredor con quien hice un par de entrenamientos, nos saludamos y continuamos. Casi para llegar al primer Home Depot vi a Cesar en la bici tomando fotos, le grité y lo saludé, desde luego iba escoltando a Claudia, nos saludamos con gusto, Cesar nos tomó unas cuantas fotos y luego Claudia me dijo, ándale Rulo dale a tu paso, traes más fondo que yo. Nos despedimos y continué.


Foto de Cesar Flores


  Hay una camioneta Toyota Avanza color plata que la he visto en los últimos 4 maratones, en el del infierno, el del 2012 y 2013 que lo hice en bici con el equipo de POWERADE y en ésta ocasión no podía faltar. Siempre va siguiendo al contingente tocando el claxon y animando, tiene un par de niños que los he ido viendo crecer, la primera vez los llevaba forrados de ropa, parecía osos de peluche sentados en sus sillas porta bebé, en esta ocasión ya iban asomados por las ventanas gritando y echando porras, ésta señora se ha vuelto un ícono del maratón, su esposo corre y ella es su porra móvil, y sé que es su esposo porque en una ocasión me caí de la bici en la bajada del puente de Vasconcelos  por estar dando chocolates a los corredores y ahí estaba ella, me ofreció papel y vaselina para ponerme en el raspón que me había hecho.

Ya para entrar  a la zona de Valle Oriente me encontré a otros dos corredores de Even, no recuerdo sus nombre pero nos saludamos y avance algunos metros con ellos hasta que mi propio ritmo me hizo adelantarlos, ya estábamos cerca del km 21 y mis piernas comenzaban a reclamar toda la parte de la subida, pasamos el arco del km 22 frente a Plaza fiesta ahí por el Hotel Quinta Real y vi a Dey y la saludé de nuevo, iba dando algunos pasos, supuse que se recuperaba de la subida. Mariana me había comentado que estaría cerca del Sport City, entré a la zona de Calzada del Valle y ponía atención para ver si la ubicaba, de pronto vi el arco del km 25, ahí estaba el Coach Milo quien  me grita échale Rulo, échale!! Solo respondí Si!!! Volteo a la izquierda y veo un brazo extendido con una bolsita de agua la tomo, veo su rostro y me grita Raúl!!! Era Dagmar, la reconocí de inmediato por su sonrisa tamaño gigante y sus ojazos que iluminan aún a plena luz del día, solo alcancé a decirle gracias Dag! Choqué la mano con alguien más del equipo y seguí adelante. Dije Mariana no estaba, pensé, seguro se fue corriendo con su hermana. Ya después me dijo que ahí estaba pero pasé por el otro lado quizá por eso no la vi.


Foto de Sergio Garza


Más adelante sobre la misma calzada me encontré a Sergio, otro consumado maratonista de Alestra y además vecino también, iba caminando, lo abracé por la cintura y le dije, ¿Qué onda Checo? ¿Cómo vas? Me dijo ando bien tronado de las piernas… vente, vente, le dije y comenzó a correr pero ya más adelante se fue quedando. Ya en la parte de Morones Prieto vi a Joel en la bici (por cierto, no le digan a nadie pero iba en un bicicletón de contra reloj) y con cámara en mano, le grite y me dice que onda Ruly, ahí te alcanzo, comenzó a pedalear y más adelante se detuvo, sacó la cámara y me tomó algunas fotos, le di las gracias y continué.


Foto de Joel Mancinas

Esa parte fue la más complicada, ya tenía un fuerte dolor en los cuádriceps, tres días antes me había dado masaje, los tenía muy cargados y fue algo doloroso, supongo que me estaban pasando la factura por haberlo hecho unos días antes.

Sin esperarlo, salió nuevamente de la nada Milo, ¿Qué onda Rulo? ¿Cómo vas? Me gritó, le hice los dos pulgares hacia abajo y me toqué las piernas, le dije ando bien adolorido… Acábalo, acábalo!! Me gritó, le dije si seguro que sí, me dice toma coca y agua, coca y agua! Fueron sus últimas palabras mientras yo subía el pulgar derecho, así como el Like del feis.

Más adelante encontré a otros compañeros de Even que 15 días antes habían hecho el Ironman de Cozumel, nuevamente nos saludamos, son unos guerreros incansables, no llenaron con las 140.6 millas y ya estaban ahí nuevamente a la carga por 23.6 más.

Ya estaba cerca del cruce con  Av. Revolución y alcancé a ver que el contingente daba vuelta en U más adelante por el parque España; en sentido contrario ya venía Luis, también de Even, nos saludamos a lo lejos y nos animamos a señas.

Una subidita más, ufff, ya no solo eran las piernas, los pies también me dolían, ya me imaginaba el tamaño de la ampolla del pie que más me molestaba. Cruzamos el río Santa Catarina y dije, ya entrando a Fundidora está el km 40, dije esos dos km son los que siempre corro con el corazón porque la cabeza y las piernas ya no responden por lo que dije, un último respiro y hasta topar con pared. Así que un poco antes de entrar al parque Fundidora comencé a caminar, llevaba unos cuantos pasos cuando se me empareja una damita y me dice, ándale, ya llegamos, síguele, palabras más, palabras menos, era la primera corredora que me animaba, el resto de las porras habían sido de la gente que había ido a animar. Comencé a trotar a manera de corresponder el ánimo brindado, intercambiamos algunas palabras, mientras íbamos entrando a fundidora, pasamos por el rio, luego el crisol y ya después no volví a ver a Marissa pero venía muy cerca.


Foto de Mauricio Dávila


Insisto, esa última vuelta al circuito de Fundidora es eeeeettttttteeeeeeerrrrrrrrrnnnnnnnnaaaaaaa más cuando ya llevas 40 km.

De pronto aparece un Even en bicicleta me saluda y comienza a apoyarme, me dice, ya llegaste, ya estás muy cerca, le agradecía y como podía me aguantaba el dolor, me acompañó casi los últimos 500 metros más o menos; di la última vuelta y vi la meta de frente, aceleré el paso pero no para hacer un sprint final si no para buscar un espacio no muy concurrido para la foto de la meta…. Bien cansado pero que tal para la foto???

Al pisar el tapete se me olvidó el dolor y di un pequeño salto, levanté los brazos y di gracias. Detuve mi cronómetro, marcaba 4:25 hrs., el reloj oficial decía 4:31 hrs. Seguí caminando y a lo lejos escuché que me gritaban, voltee la mirada y buscaba entre la multitud, era Milo, el Master Coach, le marque el tiempo  a señas y solo me respondió muy bien y levantaba los pulgares gritando Bien hecho Rulo!!

Ya en la zona de recuperación me encontré a varios amigos más, entre ellos a Mario alías el Bam Bam, otro guerrero incansable que también 15 días antes había estado en el IM de Cozumel y que hizo un poco más de 3 horas en éste maratón…

Luego llegó Dey y me confirmó que se había lastimado los gemelos, y así fui saludando a varios más.

Al día siguiente me llevé una grata sorpresa al ver la foto de llegada a la meta, me di cuenta que justo atrás de mi estaba Marissa, recuerdo que en sus tenis llevaba unas alas, se me apareció en el momento indicado, le mandé un mensaje de agradecimiento y después supe que el Even de la bici al final del recorrido era su hermano Mauricio.



Comenzar el maratón casi al final del contingente hizo que me encontrara muchos buenos amigos durante el recorrido, no porque yo sea muy rápido, si no porque mantuve el pasito tun tun lo mas que pude, casi 6 min/km al menos casi los primeros 35 km. Por todos estos encuentros, por la camaradería, por los momentos Priceless como dice Marissa, y porque la convivencia y apoyo mutuo estuvo siempre a lo largo de éste maratón he decidido llamarle EL MARATON DE LOS AMIGOS. 




viernes, 4 de abril de 2014

Si dejas salir tus miedos tendras mas espacio para vivir tus sueños


Recientemente leí una historia sobre una enfermera que atendía pacientes terminales, en resumen, le preguntaban a ella que cuales eran los 5 deseos más comunes que expresaban los pacientes antes de fallecer, cito:

1.- El deseo de haber vivido una vida fiel a los pensamientos de uno mismo y no de acuerdo a lo que otros esperaban de uno: Este es el lamento más común según la enfermera y tiene que ver con el mirar hacia atrás y ver que muchos sueños no se han cumplido por haber perdido el tiempo en hacer lo que otros querían y no lo que uno quiso. La mitad de las personas no cumplió ni la mitad de los sueños que alguna vez tuvo.

2.- No haber trabajado tan duro: El segundo lamento más común tiene que ver con uno de los factores que más daña los deseos de felicidad y complacencia del ser humano actualmente, el trabajo sin límites, gastar sin detenerse y no dejar espacios para la vida familia o para disfrutar de las cosas simples de la vida.

3.- Haber tenido el coraje necesario para haber podido expresar los sentimientos: Acá hay un fenómeno que tiene que ver con el siempre estar en paz con el resto de las personas en demerito de expresar los sentimientos. Esto a su vez produjo sentimientos de amargura y hasta depresión.

4.- Haber tenido más contacto los amigos: Muchas personas se dan cuenta del real valor de los amigos a solo semanas de morir. Mucho de ellos fueron quedando en el camino debido a la rutina que muchas veces aleja a las personas y a la hora de querer ubicarlas porque no queda tiempo.

Muchas veces hay problemas, conflictos hasta financieros entre los amigos que quedaron en el pasado, pero según la enfermera, la mayoría de las personas pasa por alto esto último y piensa más en dejar las cosas en orden y en paz.

5.- A muchos les hubiese gustado haber cultivado la felicidad en ellos mismos: Según la profesional, este lamento es muy común. Muchos se dan cuenta a días de encontrarse con la muerte que la felicidad es un camino que ellos mismo podrían haber elegido con decisiones que eran complicadas, pero que los habrían hecho tener una vida más plena.

Parto con la historia de la enfermera para entrar en mi propio texto: Tengo la fortuna  y la dicha de contar con muy buenos amigos y creo que mi caso es la excepción a la regla ya que alcanzo a cubrir ambas manos si me pusiera a contar a mis verdaderos amigos, pero el hecho es que uno de ellos, el famoso Negro, me envió un mensaje un día previo al evento del 70.3 en el que participé hace unos días, el cual cito una parte textualmente:

“……Hoy escuchaba una plática sobre el tiempo, que al parecer después de los 40´s ya no hay “primeras veces” de muchas cosas como en los 20´s o los 30´s, pero tú has “producido tu vida” has hecho que en los 40`s siga habiendo  primeras  veces que no necesito mencionar ahora, sólo voy a decirte que este Primer Ironman 70.3 será una fiesta……

Aunque por cuestiones del destino éste mensaje lo leí al día siguiente de haber participado y concluido el evento, me quedé reflexionando sobre él, especialmente por el tema de las primeras veces, pero desde luego que  para todo lo que experimentamos en la vida siempre hay una primera vez, la mayoría de mis primeras experiencias deportivas las he hecho en el cuarto nivel, en el cuarto piso, en el cuarto escalón o como gusten referirse a la etapa o edad cronológica de los cuarenta y tantos años, pero todas han partido de un sueño, de un deseo, como alguna vez dijo Martin Luther King en uno de sus famosos discursos: I have a dream..!!


Ahora bien, la historia de la enfermera y la del Negro encajan perfectamente en el tema de no quedarse con la ganas y hacer lo que uno quiere, no importa la edad, lo que importa es tener el sueño y trabajar en busca de esa felicidad, desde luego que es importantísimo tener auto control  de nuestra vida, de lo contrario no estaríamos eligiendo lo que realmente queremos y podemos caer en el supuesto de darle gusto a los demás como se menciona en el deseo más común del texto de la enfermera.

Si bien de chico veía las olimpiadas y en específico la prueba madre del atletismo, es decir, el maratón, no he de negar que cruzaba por mi mente en algún día correr uno pero observaba los cuerpos de los maratonistas y me decía que posiblemente mi físico no era el más apropiado para ésta disciplina, y ahí dejaba el asunto, lo curioso es que ese día llegó algunos varios años después, así fue mi primera vez en el maratón, sin cuerpo de maratonista pero con muchos deseos de hacerlo y terminarlo satisfactoriamente.

Creo que cuando hay un propósito de por medio, es decir, querer “SER”, nuestras creencias y pensamientos nos mueven esa voluntad para lograrlo, que es precisamente el “HACER”, hay que SER y HACER para TENER, de lo contrario, sería muy complicado lograr un sueño o un deseo si no se completa la fórmula.

¿Pero qué hay detrás de esta reflexión? Uy!  creo que mucho y la palabra mucho se queda corta, ¿Acaso es necesario estar al borde de la muerte para arrepentirse y lamentarse por haber dejado de hacer y decir cosas? ¿Y qué tal si nuestra hora de rendir cuentas nos llega de manera repentina? Zás!

Algunos días después, también reflexionaba con otra persona sobre las experiencias de vida y de lo que nos pueden dar y dejar como satisfacción, crecimiento y/o aprendizaje y que para ello primero  hay que arriesgarse y tomar la decisión de enfrentar el reto, dejar de “hacer” algo principalmente por la rutina, el tiempo, el miedo, etc.,  o mejor aún por lo que  mentalmente cada uno llevamos dentro. El final de la plática fue que si no te decides a “ser” y no vas más allá de tus pensamientos, paradigmas, límites, miedos, etc.,  nunca sabrás lo que eres capaz de “hacer” y de no arrepentirte al final de la jornada y lograr “tener” ese sentimiento de felicidad, bienestar o satisfacción esperado. Se dice fácil pero es complicado romper la inercia de afrontar los riesgos y los cambios de rutina y del qué hacer diario al que estamos acostumbrados.



En conclusión, lo único que nos  detiene a cambiar y “ser” es uno mismo, sobre todo porque no crecemos cuando las cosas son fáciles, si no cuando enfrentamos retos, así que hay que  arriesgarse, a no quedarnos con las ganas, no esperemos  a que sea demasiado tarde, ya sea nuestra primera vez o la quincuagésima vez, pero hagamos lo que nos llena, hagamos lo que nos gusta, hagamos  lo que nos haga felices.


jueves, 27 de febrero de 2014

Paz Interior



Estar en un régimen de entrenamiento enfocado a un objetivo nos hace ver cosas y darnos cuenta de otras que en situaciones normales del día a día de la vida cotidiana podría ser difícil o complicado distinguir, estoy en la semana pico del entrenamiento, mi cuerpo me sigue enseñando que es maravilloso cuando se le procura y se le trabaja en un sistema planeado de acciones y ejecuciones, aunque en el pasado he tenido otros procesos de entrenamiento también para eventos de resistencia, debo admitir que en ésta ocasión las sesiones han sido más prolongadas en términos de tiempo, desgaste y resistencia física y sobre todo mental, me considero una persona comprometida para ejecutar mis programas tal cual se marcan, a veces quizá con cambios de horarios o días para adaptarme a cuestiones de trabajo o de viaje pero siempre busco cumplir pero también he de reconocer que en ocasiones si ha pasado por mi mente esos instantes de pensamientos donde el diablillo te dice ya no, o mejor vete a casa o hace frío, no salgas o muchos otros que perturban o buscan crear una cortina de humo y alejarnos del plan.

Ayer me pasó algo así, el plan me marcaba dos horas de carrera en una zona de 65 a 70% de mi frecuencia cardiaca, eso significa un paso confortable pero también debía observar si durante la ejecución del mismo se presentaba algún pico o subida de mi pulso, en fin, mi idea era iniciar cuando muy tarde a las 8 PM pero a las 7:30 PM aún seguía en una reunión de trabajo de gran importancia para mis actividades y planes de trabajo del presente año, así que prioridades son prioridades y debía atender ésto aún y cuando me habían preguntado si tenía algún compromiso ya que la junta se estaba extendiendo, pensé para mis adentros y me dije pues si tengo un compromiso pero es conmigo mismo, así que puedo demorarlo.

Pasadas las  21 horas estaba ya saliendo a la calle preparado para mi sesión, sentí el frío un poco más fuerte de lo que había estimado, aun así continué caminando y dije ahorita que inicie se me quita, el viento soplaba fuerte, trayendo consigo una sensación mayor de alfileres que se colaban por entre los tejidos de la playera que llevaba, cerré mis puños y los apreté, el frio no cedía, pensé en regresar a casa y salir a correr temprano al día siguiente pensado en un mejor clima y también por lo tarde que ya era y que me dormiría a media noche, y así varios otros pensamientos que me llegaban invitando a evadir la sesión, pero me decía no, al pan pan y al vino vino, así que a darle que es mole de olla, es la semana pico y aunque eso significa que también es la semana de mayor desgaste y cansancio del cuerpo debo cumplir, me aguanté el frío como los machos, pensé en otras cosas e ignoré al diablillo.

Por fin inicié el trote, tranquilo, relajado, el viento me hacía sentir esas rachas de frío, ponía atención a la música, divagaba en algunos otros pensamientos, me regresaba al tema de la junta que recién había tenido pensando en los planes y acciones que debía hacer, otra vez el aire, algún par de corredores bien abrigados que me saludaban y a la vez me veían como diciendo: ¿no tienes frío? Así pasó el tiempo, así seguía avanzando, cuando comencé a sentir algunas gotas de agua en la manos y piernas, pensé que sería el sudor, pero no, eran gotas de lluvia, apenas llevaba un poco más de la hora desde que había iniciado y dije, chin, espero no llueva con más fuerza, correr con lluvia o con frío es soportable pero correr con lluvia y frío es toda una proeza y reto, ya lo viví en un maratón y acabé casi con hipotermia, pero esta vez no iba preparado para la lluvia, no llevaba rompe vientos, solo pensaba que si aumentaba mucho la lluvia iba a tener que suspender y eso no me agradaba, claro que tenía todo el pretexto para irme a casa pero me dolía más el hecho de abandonar la sesión, no estoy acostumbrado a dejar las cosas a medias, miré al cielo y vi una esperanza al ver que estaba abierto de nubes en alguna parte, dije no hay bronca, ahorita pasa.

La frecuencia de las gotas aumentó, el diámetro de las mismas también, miré el reloj, llevaba apenas 1:20 horas, dije, no la voy a librar, Diosito, espero que solo sea una lluvia de esas de espanta tontos, como quiera seguía corriendo, comenzaron a escurrir gotas de la visera de mi gorra, y no eran de sudor, así continué, pasaron 10 minutos más, la llovizna era ligera pero constante y suficiente para sentir mi ropa mojada y el viento que me enfriaba ahora más, seguía, pensaba, me olvidaba, escuchaba la música, mis piernas comenzaban a reclamar ese dolor de cansancio, de agotamiento, yo les decía, tranquilas, ya mero nos vamos a casa, pero algo me impulsaba a continuar, a no abandonar, tenía todos los pretextos a mi favor, ya eran casi las 11 de la noche, el policía que primero estuvo fuera de su patrulla me miraba pasar a cada vuelta, ya era la 5ª vez que pasaba por ahí, él ya estaba resguardado bajo el techo que soporta su torreta de luces, era el único loco que aún permanecía ahí corriendo, pero me decía, ya cada vez falta menos, y ahora menos que nunca voy a parar, inmediatamente después de ese pensamiento, la llovizna comenzó a ceder, escuché en el radio que estábamos a 8 grados C, me sonreí y me acordé que Vero, la esposa del Negro me dijo que habían celebrado su cumpleaños éste domingo pasado corriendo a -15 grados C, así que pensé, estos 8 grados son juegos de niños, síguele papá.

10 minutos antes de terminar, la llovizna ya se había ido, mis piernas ya estaban más cansadas, pero con solo pensar que estaba por cumplir la sesión, el dolor se me olvidaba, me llegó la satisfacción y todos esos pensamientos chatarra de antes de arrancar no me vencieron, a la vez que me recorría una satisfacción por todo el cuerpo que me hacía relajarme, vi el reloj, eran ya las 2 horas, pero también vi que había recorrido 19.5 km, así que solo opté por terminar los 20, di vuelta y me dirigí aun corriendo a casa, unos cuantos minutos después paré al completar los 20Km.

Llegué a casa, sentía una sensación muy extraña en mí, cené unas galletas de avena que Alicia había horneado, me hidrate, todos ya estaban dormidos en casa, me di un baño con agua caliente y me fui a la cama.


Era casi media noche, me acosté, aun sentía esa extraña sensación, estaba muy relajado aunque tenía las piernas un tanto hinchadas por la misma actividad, no sentía cansancio, por el contrario, tenía una sensación de tranquilidad pero además de satisfacción, pensaba en el antes y en el después de la sesión, contento porque había terminado, recordaba otras sesiones en otros momentos y en otros tiempos de entrenamientos pasados y concluía diciendo, éstas satisfacciones no son todos los días, no hubo meta, no alcé los brazos, pero mi mente está tranquila, mi cuerpo esta relajado, mi alma esta en paz, y fue cuando entendí que esa extraña sensación que tenía, eso que estaba experimentando era la paz, mi paz interior. Fue extraordinario ese momento, pero tuve que pasar por esas situaciones previas difíciles o complicados para poder encontrarme así, feliz, en armonía, en paz conmigo mismo, por fin conocí la paz interior. 


jueves, 6 de febrero de 2014

Cuestión de Actitud

Cuestión de actitud.



Existen dos personas que en los últimos meses  he observado mucho por su comportamiento o mejor dicho, su actitud; son dos personas que aunque trabajan en un mismo lugar, están en diferentes ubicaciones y con diferentes responsabilidades, pero los dos me hacen el día cada vez que los saludo e intercambio palabras con ellos, uno se encarga de mantener limpios los vestidores y regaderas donde voy a nadar, le calculo una edad de apenas por arriba de los 50 años, un jovenázo aún,  ha de medir como 1.5 o 1.6 metros, cabellera abundante y con peinado estilo Beatles de los años 60´s, siempre le digo güero no solo por simple cumplido como en los mercados o tianguis donde todos “somos güeros” sino  porque aunque su tez es morena tiene el cabello como si usara shampoo  de manzanilla por no decir que se pone agua oxigenada; la mayor parte de las veces lo veo con su trapeador secando el piso, siempre sonriente, jamás lo he visto sentado o haciendo cualquier otra cosa que no sea de sus actividades asignadas, lo saludo al llegar y nos despedimos cuando salgo ya listo para irme a la oficina, siempre intercambiamos algunos comentarios, a veces chuscos, otros relativos a otros temas diversos, hoy por ejemplo alguien le preguntó si ya había desayunado, yo me estaba afeitando y él güero respondió, ya desayuné gracias a Dios desde  las 5 AM, voltea a verme y me dice, tempranito para que haga buena digestión, le dije güero, eso no fue desayuno, más bien fue cena! Soltó la carcajada y nos reímos mientras decía, si verdad, es muy temprano.

En fin, su actitud me agrada porque siempre me transmite una sensación de paz pero al mismo tiempo de alegría, siempre sonriente, lo observo pasando su trapeador por el piso con un estilo que el mismo Cantinflas envidiaría, no le he preguntado si le gustan los toros pero veo como sin soltar la sonrisa del rostro haces unos pases de Verónica y otros más con giro de casi 360 grados parado sobre un pie, como si estuviera bailando un vals, lo veo como disfruta moverse con ritmo y gracia, en fin, para mi es una dicha observarlo y platicar con él, en otra ocasión, salí de la regadera y me fui al área de los lavabos para afeitarme, a un lado estaba el güero, hincado en el piso, sacando de abajo de los mismos lavabos algunas cubetas, limpiadores y demás de sus  utensilios de trabajo, lo saludé y le dije que pasó güero, ¿qué haces? (muy obvia mi pregunta desde luego) y me responde con su genial actitud de siempre, nada Jefe, aquí solo acomodando las cosas de mi oficina, es que tengo un regadero en el escritorio…

Con esa sencillez, humildad pero sobre todo actitud positiva el güero me enseña que la felicidad depende de uno mismo, no importa cuál sea la actividad que realicemos, lo importante es cómo la realizamos, el entusiasmo cuenta y mucho, el güero es una gran lección para todos, no sé qué problemas tenga en su casa, si su salario le rinde, alguna enfermedad, si necesita de cosas materiales o no, pero lo que sí sé es que su estado de ánimo contagia, veo que hay quienes le hacen platica, últimamente procuro saludarlo de mano y he notado que ahora al vernos se acerca de inmediato para el buenos días.

Pero aquí no acaba la cosa, a penas salgo de las instalaciones acuáticas para dirigirme al estacionamiento y mi mente ya va pensando en las primeras actividades que debo realizar llegando a la oficina, otras veces voy revisando los primeros correos que se generan muy temprano mientras a la espalda llevo mi mochila, en una mano la bolsa o ropa adicional y en la otra viendo la correspondencia, cuando de repente escucho un Buenos Días acompañado de un pase un excelente día y que Dios lo bendiga!

Me salgo del robot que llevo puesto, reacciono, volteo la mirada y veo un guardia con sonrisa de oreja a oreja que levanta una mano mientras con la otra en ocasiones sostiene una bebida humeante, presumo que toma café.  Le agradezco y le respondo de igual manera deseándole un buen día. Esta escena se ha repetido infinidad de veces, no importando si había calor, si el frío invernal entumía el cuerpo o si el fuerte viento traía consigo polvaredas y demás partículas volátiles, lo que sí es cierto, es que siempre me incomodaba que por venir con el traje de robot rutinario no fuera yo el que le saludara sin estar distraído, de hecho pienso que si el no emitiera su cordialidad, yo podría pasar a dos metros de distancia de él y quizá ni me percataría de su presencia como me ha sucedido cuando dicho personaje es sustituido en su rol de  guardia.

Y eso me incomodaba en términos de pena, y siempre me decía para mis adentros, para la próxima vez, yo lo voy a  saludar primero; así lo he hecho últimamente, ahora voy esperando encontrarlo en el lugar de costumbre y anticipar el saludo o al menos que no me agarre distraído, aunque debo reconocer que aun en ocasiones me llega a suceder que vengo todavía como robot, eso sí, un robot con ánimo y energía que genera la actividad física matutina y el buen ánimo del güero.

Mi reflexión de siempre ante estos sucesos es que no importa lo que pase alrededor, el siempre muestra la misma actitud, sonriente, no se limita al buenos días, siempre desea lo mejor y bendice,  termino subiéndome al carro pensando en que es lo que lo mueve a él a mostrarse siempre con esa disposición porque ya he visto que así lo hace con cualquier persona que pase por ahí, extraños por que no pasan con frecuencia y con no tan extraños que pasamos regularmente en la semana.

¿Contagia su actitud? Claro! Tanto que también me ha hecho reflexionar muchas cosas y buscar cambiar otras, por ejemplo, de las mas simples es que antes llegaba al centro acuático y los guardias de la recepción a veces están tan metidos en sus propios mundos que ni saludan, ahora aunque estén leyendo el periódico o haciendo cualquier otra actividad, yo emito el buenos días y de repente veo como ellos se desconcentran y voltean a responder el saludo, ya no hablemos de la forma, por lo  menos responden, y me divierte ver como se sacan de onda, creo que lo mismo hace el guardia del que les hablo, no se limita a ver lo que sucede por allá afuera, y no creo que lo haga por diversión para ver como reaccionamos los robots, porque el entusiasmo se demuestra no solo de forma verbal, sino también con las posturas y las gesticulaciones.

Así como el güero y el guardia son dos personas que como todos nosotros, deben tener sus propios problemas pero su actitud demuestra que lo que hacen, lo hacen felices y sonrientes, su actividad la desarrollan diferente al común denominador de la gente, y si nos preguntamos si son felices, sin pensarlo respondo que definitivamente sí, porque su felicidad es en parte esa actitud que contagian y que  al final nos llevan a un estado emocional de alegría y/o satisfacción, y ya sé que me dirían, ¿lavar un baño o limpiar un piso genera satisfacción? ¿Estar parado a la intemperie un turno quizá de 12 horas genera satisfacción? No lo sé, no creo, pero ellos dos lo demuestran a su forma y de forma muy especial.


No importa cuál sea tu trabajo o actividad, importa tu actitud con la que la desarrollas. ¿no crees?