Cuestión de
actitud.
Existen dos personas que en los últimos meses he observado mucho por su comportamiento o
mejor dicho, su actitud; son dos personas que aunque trabajan en un mismo
lugar, están en diferentes ubicaciones y con diferentes responsabilidades, pero
los dos me hacen el día cada vez que los saludo e intercambio palabras con
ellos, uno se encarga de mantener limpios los vestidores y regaderas donde voy
a nadar, le calculo una edad de apenas por arriba de los 50 años, un jovenázo
aún, ha de medir como 1.5 o 1.6 metros,
cabellera abundante y con peinado estilo Beatles de los años 60´s, siempre le
digo güero no solo por simple cumplido como en los mercados o tianguis donde
todos “somos güeros” sino porque aunque su
tez es morena tiene el cabello como si usara shampoo de manzanilla por no decir que se pone agua
oxigenada; la mayor parte de las veces lo veo con su trapeador secando el piso,
siempre sonriente, jamás lo he visto sentado o haciendo cualquier otra cosa que
no sea de sus actividades asignadas, lo saludo al llegar y nos despedimos
cuando salgo ya listo para irme a la oficina, siempre intercambiamos algunos comentarios,
a veces chuscos, otros relativos a otros temas diversos, hoy por ejemplo
alguien le preguntó si ya había desayunado, yo me estaba afeitando y él güero
respondió, ya desayuné gracias a Dios desde
las 5 AM, voltea a verme y me dice, tempranito para que haga buena
digestión, le dije güero, eso no fue desayuno, más bien fue cena! Soltó la
carcajada y nos reímos mientras decía, si verdad, es muy temprano.
En fin, su actitud me agrada porque siempre me transmite una sensación de
paz pero al mismo tiempo de alegría, siempre sonriente, lo observo pasando su
trapeador por el piso con un estilo que el mismo Cantinflas envidiaría, no le
he preguntado si le gustan los toros pero veo como sin soltar la sonrisa del
rostro haces unos pases de Verónica y otros más con giro de casi 360 grados
parado sobre un pie, como si estuviera bailando un vals, lo veo como disfruta
moverse con ritmo y gracia, en fin, para mi es una dicha observarlo y platicar
con él, en otra ocasión, salí de la regadera y me fui al área de los lavabos
para afeitarme, a un lado estaba el güero, hincado en el piso, sacando de abajo
de los mismos lavabos algunas cubetas, limpiadores y demás de sus utensilios de trabajo, lo saludé y le dije
que pasó güero, ¿qué haces? (muy obvia mi pregunta desde luego) y me responde
con su genial actitud de siempre, nada Jefe, aquí solo acomodando las cosas de
mi oficina, es que tengo un regadero en el escritorio…
Con esa sencillez, humildad pero sobre todo actitud positiva el güero me
enseña que la felicidad depende de uno mismo, no importa cuál sea la actividad
que realicemos, lo importante es cómo la realizamos, el entusiasmo cuenta y
mucho, el güero es una gran lección para todos, no sé qué problemas tenga en su
casa, si su salario le rinde, alguna enfermedad, si necesita de cosas
materiales o no, pero lo que sí sé es que su estado de ánimo contagia, veo que
hay quienes le hacen platica, últimamente procuro saludarlo de mano y he notado
que ahora al vernos se acerca de inmediato para el buenos días.
Pero aquí no acaba la cosa, a penas salgo de las instalaciones acuáticas
para dirigirme al estacionamiento y mi mente ya va pensando en las primeras actividades
que debo realizar llegando a la oficina, otras veces voy revisando los primeros
correos que se generan muy temprano mientras a la espalda llevo mi mochila, en
una mano la bolsa o ropa adicional y en la otra viendo la correspondencia,
cuando de repente escucho un Buenos Días acompañado de un pase un excelente día
y que Dios lo bendiga!
Me salgo del robot que llevo puesto, reacciono, volteo la mirada y veo un
guardia con sonrisa de oreja a oreja que levanta una mano mientras con la otra
en ocasiones sostiene una bebida humeante, presumo que toma café. Le agradezco y le respondo de igual manera deseándole un buen día. Esta
escena se ha repetido infinidad de veces, no importando si había calor, si el
frío invernal entumía el cuerpo o si el fuerte viento traía consigo polvaredas
y demás partículas volátiles, lo que sí es cierto, es que siempre me incomodaba
que por venir con el traje de robot rutinario no fuera yo el que le saludara
sin estar distraído, de hecho pienso que si el no emitiera su cordialidad, yo
podría pasar a dos metros de distancia de él y quizá ni me percataría de su
presencia como me ha sucedido cuando dicho personaje es sustituido en su rol de
guardia.
Y eso me incomodaba en términos de pena, y siempre me decía para mis
adentros, para la próxima vez, yo lo voy a
saludar primero; así lo he hecho últimamente, ahora voy esperando
encontrarlo en el lugar de costumbre y anticipar el saludo o al menos que no me
agarre distraído, aunque debo reconocer que aun en ocasiones me llega a suceder
que vengo todavía como robot, eso sí, un robot con ánimo y energía que genera
la actividad física matutina y el buen ánimo del güero.
Mi reflexión de siempre ante estos sucesos es que no importa lo que pase
alrededor, el siempre muestra la misma actitud, sonriente, no se limita al
buenos días, siempre desea lo mejor y bendice, termino subiéndome al carro pensando en que es
lo que lo mueve a él a mostrarse siempre con esa disposición porque ya he visto
que así lo hace con cualquier persona que pase por ahí, extraños por que no
pasan con frecuencia y con no tan extraños que pasamos regularmente en la semana.
¿Contagia su actitud? Claro! Tanto que también me ha hecho reflexionar
muchas cosas y buscar cambiar otras, por ejemplo, de las mas simples es que antes llegaba al centro acuático y los
guardias de la recepción a veces están tan metidos en sus propios mundos que ni
saludan, ahora aunque estén leyendo el periódico o haciendo cualquier otra
actividad, yo emito el buenos días y de repente veo como ellos se desconcentran
y voltean a responder el saludo, ya no hablemos de la forma, por lo menos responden, y me divierte ver como se
sacan de onda, creo que lo mismo hace el guardia del que les hablo, no se
limita a ver lo que sucede por allá afuera, y no creo que lo haga por diversión
para ver como reaccionamos los robots, porque el entusiasmo se demuestra no
solo de forma verbal, sino también con las posturas y las gesticulaciones.
Así como el güero y el guardia son dos personas que como todos nosotros, deben
tener sus propios problemas pero su actitud demuestra que lo que hacen, lo
hacen felices y sonrientes, su actividad la desarrollan diferente al común
denominador de la gente, y si nos preguntamos si son felices, sin pensarlo
respondo que definitivamente sí, porque su felicidad es en parte esa actitud que
contagian y que al final nos llevan a un estado emocional de alegría y/o satisfacción,
y ya sé que me dirían, ¿lavar un baño o limpiar un piso genera satisfacción? ¿Estar
parado a la intemperie un turno quizá de 12 horas genera satisfacción? No lo
sé, no creo, pero ellos dos lo demuestran a su forma y de forma muy especial.
No importa cuál sea tu trabajo o actividad, importa tu actitud con la que la
desarrollas. ¿no crees?
Excelente reflexión
ResponderEliminarMuy bien
ResponderEliminarEsperaba tener un momento sin interrupcion para leerlo, siempre vale la pena muy muy Cierto! Gracias por compartir!
ResponderEliminarChata
Salu
Excelente Raúl... Saludos... MG
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