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martes, 16 de diciembre de 2014

El Maratón de los Amigos

Definitivamente todos los maratones son diferentes, no se pueden comparar uno con otro aunque se trate del mismo evento, y es por eso que a cada uno en los que he participado los he denominado con diferente nombre.

Mi primer maratón fue en Monterrey el 12 de diciembre del 2010. Llegar por primera vez a la meta me hizo experimentar una alegría que no puedo describirla con palabras, lo que sí puedo decir es que llegué tomado de las manos de mis hijos, que mejor ocasión que en la primera vez, fue un momento sensacional cuya alegría me perduró por muchos, muchos días, corrí cada metro con la alegría de llegar a la meta, y dejar atrás todos los demonios mentales que se atraviesan en el inter. Disfrute cada porra, leí cada cartel que animaba a conocidos y extraños, bailé en alguna parte del recorrido. La alegría siempre me mantuvo en movimiento  aún y con los dolores en los pies y  piernas. Ese fue el principal motivo que me mantuvo concentrado en el objetivo, llegar a la meta.  La primera vez nunca se olvida, esa alegría tampoco, por eso fue EL MARATÓN DE LA GLORIA. Ese día me convertí en maratonista.

Al siguiente año me encontraba entrenando más fuerte, nuevamente para el maratón de Monterrey, quería mejorar mi primera marca de 4:25 horas. Entrenamientos al pie de la letra, concentrado, mejorando el paso, disciplinado, incluso en esos días llegué a los 50 minutos en un 10K. El día del evento amaneció con llovizna y un frío de los mil demonios, si no mal recuerdo estábamos a 6 grados centígrados, así dio inicio el arranque, el tiempo nunca mejoró, yo iba concentrado otra vez, mantuve mi paso al cual había entrenado, el frío y la llovizna no cedían, ya no sabía si reír o llorar, los dolores comenzaron más allá del km 35 con la consecuencia de disminuir el paso, pero nunca me paré a caminar, al entrar al paseo del río Santa Lucía, se me hacía cada vez más lejos llegar a la meta con tanta vuelta en esa zona, los dolores y el cansancio acumulado me hicieron bajar aún más el ritmo pero no quería caminar, entramos por fin al circuito del parque fundidora, la vuelta final me pareció una eternidad, mi corazón me reclamaba y pedía piedad, mi único objetivo era llegar sin caminar, por fin la última vuelta y frente a la arena Monterrey apareció la meta, esos últimos metros me supieron a gloria, solo que en ésta ocasión no había nadie esperándome, solo un frío que me abrazaba con el viento y me hacía sentir la heladez de un tempano en medio del océano ártico. Por fin crucé la meta. No supe de donde saqué fuerza para no caer, me tambaleé un poco, recibí mi medalla, un poco de alimento y bebidas que tenía en hielo como si hiciera falta enfriarlas más. Me senté en una jardinera, lloré. Mi cuerpo comenzó a perder temperatura y comencé a temblar cada vez más fuerte,  como pude me levanté me fui al carro, me quité la ropa mojada, me forré con ropa seca, y ahí me quedé unos cuantos minutos a recobrar un poco de calor, quizá fueron 15 o 20 minutos, no recuerdo, no me quiero acordar. Estuve a nada de la hipotermia, ya un poco más recuperado me fui casa y al llegar, me pregunta Alicia, ¿Cómo te fue? Solo le respondí, mal… esperaba su consuelo pero su respuesta fue: nadie te mandó, fuiste porque quisiste! (en esa época ella aún no corría, por eso no le guardo rencor) Me di un baño con agua caliente, me metí a la cama y ahí me quedé hasta el día siguiente. Volví a llorar en silencio. Mi tiempo fue de 4:09 hrs. Mejoré en 16 minutos el  tiempo de mi primer maratón. ESTE FUE EL MARATON DEL INFIERNO…. ¿Quién dice que en el infierno no hace frío?

Pero uno no entiende, ni por las malas, unos días después ya estaba pensando en el siguiente objetivo, así que para antes del fin de año ya tenía mis opciones y semanas después ya estaba inscrito para el maratón de Chicago que sería  en Octubre del 2012.  Mi entrenamiento se fue complicando y tuve algunas lesiones, en el inter conocí el método Osler que consiste en combinar el trote con caminata, eso ayuda a los músculos  a recuperarse y retrasar la fatiga de los mismos. Decidí llevarlo a cabo y lo practiqué durante mis entrenamientos, sobre todo porque la lesión no cedía, así llegamos a Chicago, Alicia ya corría, ósea, ya  estaba inmersa en el mundo del running y su perspectiva ahora era diferente. Las emociones comenzaron desde antes, cada semana del entrenamiento escribía una reseña, así lo hice por 18 semanas consecutivas hasta que una fría mañana de aproximadamente 3 o 4 grados centígrados ya estaba en el corral de salida esperando mi turno de arranque, las emociones estaban a flor de piel, así lo fue todo el recorrido, la sonrisa nunca  me la quité del rostro, seguro la tenía congelada por el frío, pero eso era una respuesta automática dadas las porras que recibía, además llevaba mi nombre en la playera, fue un gran acierto. Chicago fue felicidad total km a km, y llegar a la meta fue simplemente fabuloso a pesar de las molestias naturales de la distancia. Mi tiempo fue de 4:18 hrs. aún y con las sesiones de caminata que hacía en cada punto de hidratación. Por todo eso, Chicago fue EL MARATON DE LAS EMOCIONES.

Para el 2013 decidí participar en el Maratón de la Ciudad de México por un motivo muy especial, ese año mi papá cumplía 30 años de haber partido a mejor vida, en agosto es su aniversario luctuoso y en agosto se efectuaría el maratón, así que iba dedicado especialmente para él. De nuevo las lesiones aparecieron, pero esta vez estuve que pasar por alto el evento, ya tenía mi inscripción, así que Alicia tomó la estafeta del número y como había estado entrenando conmigo no tuvo escapatoria y así fue como corrió su primer maratón, así es, su debut fue a 2240 metros de altura sobre el nivel medio del mar. Yo solo la acompañé durante los últimos 5K y entramos juntos al estadio universitario. Fue fabuloso verla feliz.

Llegó el 2014 y con él muchos más retos deportivos como lo fue el medio Ironman de Monterrey en Marzo   y el triatlón Olímpico en Mayo, pero aún tenía un compromiso pendiente, tenía que cumplir a como fuera lugar. Por algo pasan las cosas, ésta vez, la fecha del Maratón de la ciudad de México sería el 31 de agosto, precisamente el día en que 31 años antes mi papá había cumplido con sus compromisos terrenales y había sido llamado a dar cuentas de los mismos. Ese sería el día de cumplir el compromiso pendiente de un año atrás.

Mi entrenamiento fue complicado, entre viajes de trabajo, compromisos y demás logré llegar a la línea de salida, ese día vestía una playera especial para cumplir el compromiso aún que no estuviera en mi mejor forma, además que aún no habíamos arrancado y ya se estaba cayendo el cielo, llovía a cantaros, el agua escurría por todo el cuerpo, escuchaba atento el mensaje que daban previo al arranque aderezado de imágenes que se proyectaban en las pantallas gigantes del arco de salida, tenía miedo, miedo por la lluvia, miedo porque mi entrenamiento fue atropellado, miedo por la altura de la ciudad, miedo natural que en sí genera éste tipo de eventos, miedo a la incertidumbre. Yo pedía un mensaje ante la ansiedad que me invadía,  pero Dios es muy grande y me entregó la respuesta a través de la voz que salía de los altavoces que  entre otras muchas cosas decía: vas a pasar por todo tipos de emociones pero éste es tú maratón disfrútalo…..   y porque a la mente de un maratonista no la derrota nada ni nadie !!  Bingo! Esa frase me retumbó en la cabeza, y dije, claro que lo termino porque lo termino, no hay otra opción. Gracias Dios, mensaje recibido.

Fue un maratón complicado por la altura, desde el km 18 tuve que parar a caminar y recuperar el aliento, pero el objetivo era claro, tenía que cumplir. Un recorrido muy bonito, mucha gente apoyando y las porras que recibía pero en especial de los corredores que veían la parte  posterior de mi playera con la dedicatoria y me daban todo tipo de ánimos: aquí viene tu papá…, anda, vamos por el viejo…, desde arriba te apoya…, tienes un ángel…, etc., etc. Cuando menos lo imaginé, estaba dejando constancia en video con mi entrada al estadio de CU y llegando a la meta con rayos de sol y cielo azul. Este fue EL MARATON DEL COMPROMISO, del compromiso cumplido. Mi tiempo fue de 4:49 hrs. Muy lejos de mi Record Personal pero con la satisfacción de haber cumplido cabalmente.



¿Será que a los corredores nos gusta la mala vida? No, no creo, más bien nos gustan los retos, no nos gusta quedarnos sentaditos y bien portados, tenemos que andar del tingo al tango. Y pues ni modo, ya tenía mi inscripción para el maratón de MTY edición 2014. No entiende uno, todavía no sales de una y ya estás apuntado para otra carrera.

Domingo 14 de diciembre de 2014, cinco mil quinientos corredores, llegamos Alicia y yo al parque fundidora antes de las 6 AM oleadas de gente salían de todas partes, a lo lejos vi a mis compañeros del POWERADE CYCLING TEAM con quienes participo en los carreras de bici de montaña (aprovecho el espacio para el comercial: quedé en 4º lugar de mi categoría en el serial estatal de éste año). Me acerqué a ellos,  saludé a  Joel, Nacho, en fin, a todos los ahí reunidos.

Continuamos caminando y ahora me encuentro a varios co-equiperos de Even Labs con quienes tengo aproximadamente un año entrenando con ellos la parte de triatlón comandados por el buen Milo y Román un poco a distancia. Alicia y yo nos despedimos, pues ella iba con sus amigas corredoras y compañeros de los Gusanitos Runners.

Foto de Maratón Powerade Mty


Fueron llegando más del equipo Even Labs y nos fuimos enfilando hacia la salida, pero estábamos muy muy atrás, dieron el arranque y creo tardamos casi 5 minutos en cruzar el arco de salida. Un arranque un tanto atropellado dada la cantidad de gente y los diferentes ritmos. Los rojos nos fuimos separando y dispersando entre el contingente, ya afuera del parque y dando vuelta hacia Av. Madero nos encontramos a Audrey, traía mucha pila y se aventaba unos arrancones para rebasar a la gente, le decía, tranquila! Aún falta mucho que recorrer… creo que me hizo caso porque ya no la volví a ver. Llegando casi para dar vuelta hacia Constitución alcancé a Alicia, venía entre un contingente de Gusanitos, la sorprendí con una nalgadita y la vi voltear con ganas de soltar una cachetada pero ya que me vio solo se sonrió, intercambiamos algunas palabras de ánimo y amor,  le dije a sus co-equiperos, ahí se las encargo! Me la cuidan bien! Si claro, respondieron, nos despedimos y seguí mi camino que era el mismo de todos los demás. Después y no muy adelnate venía Gaby, también vecina, igualmente nos saludamos.  Más adelante me rebasó el Doc. Muela, iba tan rápido que ni lo pude saludar. Todavía el contingente era apretado, sentía una molestia en la pierna por fuera de la espinilla, aun no lograba encontrar mi ritmo, mi paso, recordaba la estrategia que me había dado Milo  (el Coach) y la repasaba en la mente. Más adelante al final de Av. Revolución y tomar hacia el cruce de Garza Sada, me encontré a Luis Arizpe, un buen amigo corredor y comandante del equipo de corredores de Alestra, nos saludamos nos fuimos platicando algún tramo. Más adelante dando la vuelta hacia Lázaro Cárdenas frente al Walmart di alcancé a Paco, vecino de la colonia y corredor con quien hice un par de entrenamientos, nos saludamos y continuamos. Casi para llegar al primer Home Depot vi a Cesar en la bici tomando fotos, le grité y lo saludé, desde luego iba escoltando a Claudia, nos saludamos con gusto, Cesar nos tomó unas cuantas fotos y luego Claudia me dijo, ándale Rulo dale a tu paso, traes más fondo que yo. Nos despedimos y continué.


Foto de Cesar Flores


  Hay una camioneta Toyota Avanza color plata que la he visto en los últimos 4 maratones, en el del infierno, el del 2012 y 2013 que lo hice en bici con el equipo de POWERADE y en ésta ocasión no podía faltar. Siempre va siguiendo al contingente tocando el claxon y animando, tiene un par de niños que los he ido viendo crecer, la primera vez los llevaba forrados de ropa, parecía osos de peluche sentados en sus sillas porta bebé, en esta ocasión ya iban asomados por las ventanas gritando y echando porras, ésta señora se ha vuelto un ícono del maratón, su esposo corre y ella es su porra móvil, y sé que es su esposo porque en una ocasión me caí de la bici en la bajada del puente de Vasconcelos  por estar dando chocolates a los corredores y ahí estaba ella, me ofreció papel y vaselina para ponerme en el raspón que me había hecho.

Ya para entrar  a la zona de Valle Oriente me encontré a otros dos corredores de Even, no recuerdo sus nombre pero nos saludamos y avance algunos metros con ellos hasta que mi propio ritmo me hizo adelantarlos, ya estábamos cerca del km 21 y mis piernas comenzaban a reclamar toda la parte de la subida, pasamos el arco del km 22 frente a Plaza fiesta ahí por el Hotel Quinta Real y vi a Dey y la saludé de nuevo, iba dando algunos pasos, supuse que se recuperaba de la subida. Mariana me había comentado que estaría cerca del Sport City, entré a la zona de Calzada del Valle y ponía atención para ver si la ubicaba, de pronto vi el arco del km 25, ahí estaba el Coach Milo quien  me grita échale Rulo, échale!! Solo respondí Si!!! Volteo a la izquierda y veo un brazo extendido con una bolsita de agua la tomo, veo su rostro y me grita Raúl!!! Era Dagmar, la reconocí de inmediato por su sonrisa tamaño gigante y sus ojazos que iluminan aún a plena luz del día, solo alcancé a decirle gracias Dag! Choqué la mano con alguien más del equipo y seguí adelante. Dije Mariana no estaba, pensé, seguro se fue corriendo con su hermana. Ya después me dijo que ahí estaba pero pasé por el otro lado quizá por eso no la vi.


Foto de Sergio Garza


Más adelante sobre la misma calzada me encontré a Sergio, otro consumado maratonista de Alestra y además vecino también, iba caminando, lo abracé por la cintura y le dije, ¿Qué onda Checo? ¿Cómo vas? Me dijo ando bien tronado de las piernas… vente, vente, le dije y comenzó a correr pero ya más adelante se fue quedando. Ya en la parte de Morones Prieto vi a Joel en la bici (por cierto, no le digan a nadie pero iba en un bicicletón de contra reloj) y con cámara en mano, le grite y me dice que onda Ruly, ahí te alcanzo, comenzó a pedalear y más adelante se detuvo, sacó la cámara y me tomó algunas fotos, le di las gracias y continué.


Foto de Joel Mancinas

Esa parte fue la más complicada, ya tenía un fuerte dolor en los cuádriceps, tres días antes me había dado masaje, los tenía muy cargados y fue algo doloroso, supongo que me estaban pasando la factura por haberlo hecho unos días antes.

Sin esperarlo, salió nuevamente de la nada Milo, ¿Qué onda Rulo? ¿Cómo vas? Me gritó, le hice los dos pulgares hacia abajo y me toqué las piernas, le dije ando bien adolorido… Acábalo, acábalo!! Me gritó, le dije si seguro que sí, me dice toma coca y agua, coca y agua! Fueron sus últimas palabras mientras yo subía el pulgar derecho, así como el Like del feis.

Más adelante encontré a otros compañeros de Even que 15 días antes habían hecho el Ironman de Cozumel, nuevamente nos saludamos, son unos guerreros incansables, no llenaron con las 140.6 millas y ya estaban ahí nuevamente a la carga por 23.6 más.

Ya estaba cerca del cruce con  Av. Revolución y alcancé a ver que el contingente daba vuelta en U más adelante por el parque España; en sentido contrario ya venía Luis, también de Even, nos saludamos a lo lejos y nos animamos a señas.

Una subidita más, ufff, ya no solo eran las piernas, los pies también me dolían, ya me imaginaba el tamaño de la ampolla del pie que más me molestaba. Cruzamos el río Santa Catarina y dije, ya entrando a Fundidora está el km 40, dije esos dos km son los que siempre corro con el corazón porque la cabeza y las piernas ya no responden por lo que dije, un último respiro y hasta topar con pared. Así que un poco antes de entrar al parque Fundidora comencé a caminar, llevaba unos cuantos pasos cuando se me empareja una damita y me dice, ándale, ya llegamos, síguele, palabras más, palabras menos, era la primera corredora que me animaba, el resto de las porras habían sido de la gente que había ido a animar. Comencé a trotar a manera de corresponder el ánimo brindado, intercambiamos algunas palabras, mientras íbamos entrando a fundidora, pasamos por el rio, luego el crisol y ya después no volví a ver a Marissa pero venía muy cerca.


Foto de Mauricio Dávila


Insisto, esa última vuelta al circuito de Fundidora es eeeeettttttteeeeeeerrrrrrrrrnnnnnnnnaaaaaaa más cuando ya llevas 40 km.

De pronto aparece un Even en bicicleta me saluda y comienza a apoyarme, me dice, ya llegaste, ya estás muy cerca, le agradecía y como podía me aguantaba el dolor, me acompañó casi los últimos 500 metros más o menos; di la última vuelta y vi la meta de frente, aceleré el paso pero no para hacer un sprint final si no para buscar un espacio no muy concurrido para la foto de la meta…. Bien cansado pero que tal para la foto???

Al pisar el tapete se me olvidó el dolor y di un pequeño salto, levanté los brazos y di gracias. Detuve mi cronómetro, marcaba 4:25 hrs., el reloj oficial decía 4:31 hrs. Seguí caminando y a lo lejos escuché que me gritaban, voltee la mirada y buscaba entre la multitud, era Milo, el Master Coach, le marque el tiempo  a señas y solo me respondió muy bien y levantaba los pulgares gritando Bien hecho Rulo!!

Ya en la zona de recuperación me encontré a varios amigos más, entre ellos a Mario alías el Bam Bam, otro guerrero incansable que también 15 días antes había estado en el IM de Cozumel y que hizo un poco más de 3 horas en éste maratón…

Luego llegó Dey y me confirmó que se había lastimado los gemelos, y así fui saludando a varios más.

Al día siguiente me llevé una grata sorpresa al ver la foto de llegada a la meta, me di cuenta que justo atrás de mi estaba Marissa, recuerdo que en sus tenis llevaba unas alas, se me apareció en el momento indicado, le mandé un mensaje de agradecimiento y después supe que el Even de la bici al final del recorrido era su hermano Mauricio.



Comenzar el maratón casi al final del contingente hizo que me encontrara muchos buenos amigos durante el recorrido, no porque yo sea muy rápido, si no porque mantuve el pasito tun tun lo mas que pude, casi 6 min/km al menos casi los primeros 35 km. Por todos estos encuentros, por la camaradería, por los momentos Priceless como dice Marissa, y porque la convivencia y apoyo mutuo estuvo siempre a lo largo de éste maratón he decidido llamarle EL MARATON DE LOS AMIGOS. 




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