Recientemente leí una historia sobre una enfermera que atendía pacientes
terminales, en resumen, le preguntaban a ella que cuales eran los 5 deseos más
comunes que expresaban los pacientes antes de fallecer, cito:
1.- El deseo de haber vivido una
vida fiel a los pensamientos de uno mismo y no de acuerdo a lo que otros
esperaban de uno: Este es el lamento más común según la enfermera y tiene
que ver con el mirar hacia atrás y ver que muchos sueños no se han cumplido por
haber perdido el tiempo en hacer lo que otros querían y no lo que uno quiso. La
mitad de las personas no cumplió ni la mitad de los sueños que alguna vez tuvo.
2.- No haber trabajado tan duro:
El segundo lamento más común tiene que ver con uno de los factores que más daña
los deseos de felicidad y complacencia del ser humano actualmente, el trabajo
sin límites, gastar sin detenerse y no dejar espacios para la vida familia o
para disfrutar de las cosas simples de la vida.
3.- Haber tenido el coraje
necesario para haber podido expresar los sentimientos: Acá hay un fenómeno
que tiene que ver con el siempre estar en paz con el resto de las personas en demerito
de expresar los sentimientos. Esto a su vez produjo sentimientos de amargura y
hasta depresión.
4.- Haber tenido más contacto
los amigos: Muchas personas se dan cuenta del real valor de los amigos a
solo semanas de morir. Mucho de ellos fueron quedando en el camino debido a la
rutina que muchas veces aleja a las personas y a la hora de querer ubicarlas
porque no queda tiempo.
Muchas veces hay problemas, conflictos hasta financieros entre los amigos
que quedaron en el pasado, pero según la enfermera, la mayoría de las personas
pasa por alto esto último y piensa más en dejar las cosas en orden y en paz.
5.- A muchos les hubiese gustado
haber cultivado la felicidad en ellos mismos: Según la profesional, este
lamento es muy común. Muchos se dan cuenta a días de encontrarse con la muerte
que la felicidad es un camino que ellos mismo podrían haber elegido con
decisiones que eran complicadas, pero que los habrían hecho tener una vida más
plena.
Parto con la historia de la enfermera para entrar en mi propio texto: Tengo la fortuna y la dicha de
contar con muy buenos amigos y creo que mi caso es la excepción a la regla ya
que alcanzo a cubrir ambas manos si me pusiera a contar a mis verdaderos amigos,
pero el hecho es que uno de ellos, el famoso Negro, me envió un mensaje un día
previo al evento del 70.3 en el que participé hace unos días, el cual cito una
parte textualmente:
“……Hoy escuchaba una plática sobre el
tiempo, que al parecer después de los 40´s ya no hay “primeras veces” de muchas
cosas como en los 20´s o los 30´s, pero tú has “producido tu vida” has hecho
que en los 40`s siga habiendo
primeras veces que no necesito
mencionar ahora, sólo voy a decirte que este Primer Ironman 70.3 será una
fiesta……”
Aunque por cuestiones del destino éste mensaje lo leí al día siguiente de
haber participado y concluido el evento, me quedé reflexionando sobre él,
especialmente por el tema de las primeras veces, pero desde luego que para todo lo que experimentamos en la vida
siempre hay una primera vez, la mayoría de mis primeras experiencias deportivas
las he hecho en el cuarto nivel, en el cuarto piso, en el cuarto escalón o como
gusten referirse a la etapa o edad cronológica de los cuarenta y tantos años, pero
todas han partido de un sueño, de un deseo, como alguna vez dijo Martin Luther
King en uno de sus famosos discursos: I have a dream..!!
Ahora bien, la historia de la enfermera y la del Negro encajan
perfectamente en el tema de no quedarse con la ganas y hacer lo que uno quiere,
no importa la edad, lo que importa es tener el sueño y trabajar en busca de esa
felicidad, desde luego que es importantísimo tener auto control de nuestra vida, de lo contrario no estaríamos
eligiendo lo que realmente queremos y podemos caer en el supuesto de darle
gusto a los demás como se menciona en el deseo más común del texto de la enfermera.
Si bien de chico veía las olimpiadas y en específico la prueba madre del
atletismo, es decir, el maratón, no he de negar que cruzaba por mi mente en algún
día correr uno pero observaba los cuerpos de los maratonistas y me decía que
posiblemente mi físico no era el más apropiado para ésta disciplina, y ahí
dejaba el asunto, lo curioso es que ese día llegó algunos varios años después, así
fue mi primera vez en el maratón, sin cuerpo de maratonista pero con muchos
deseos de hacerlo y terminarlo satisfactoriamente.
Creo que cuando hay un propósito de por medio, es decir, querer “SER”,
nuestras creencias y pensamientos nos mueven esa voluntad para lograrlo, que es
precisamente el “HACER”, hay que SER y HACER para TENER, de lo contrario, sería
muy complicado lograr un sueño o un deseo si no se completa la fórmula.
¿Pero qué hay detrás de esta reflexión? Uy! creo que mucho y la palabra mucho se queda
corta, ¿Acaso es necesario estar al borde de la muerte para arrepentirse y
lamentarse por haber dejado de hacer y decir cosas? ¿Y qué tal si nuestra hora de
rendir cuentas nos llega de manera repentina? Zás!
Algunos días después, también reflexionaba con otra persona sobre las
experiencias de vida y de lo que nos pueden dar y dejar como satisfacción,
crecimiento y/o aprendizaje y que para ello primero hay que arriesgarse y tomar la decisión de
enfrentar el reto, dejar de “hacer” algo principalmente por la rutina, el
tiempo, el miedo, etc., o mejor aún por
lo que mentalmente cada uno llevamos
dentro. El final de la plática fue que si no te decides a “ser” y no vas más
allá de tus pensamientos, paradigmas, límites, miedos, etc., nunca sabrás lo que eres capaz de “hacer” y de
no arrepentirte al final de la jornada y lograr “tener” ese sentimiento de
felicidad, bienestar o satisfacción esperado. Se dice fácil pero es complicado
romper la inercia de afrontar los riesgos y los cambios de rutina y del qué
hacer diario al que estamos acostumbrados.
En conclusión, lo único que nos detiene a cambiar y “ser” es uno mismo, sobre
todo porque no crecemos cuando las cosas son fáciles, si no cuando enfrentamos
retos, así que hay que arriesgarse, a no
quedarnos con las ganas, no esperemos a
que sea demasiado tarde, ya sea nuestra primera vez o la quincuagésima vez,
pero hagamos lo que nos llena, hagamos lo que nos gusta, hagamos lo que nos haga felices.