Definitivamente todos los
maratones son diferentes, no se pueden comparar uno con otro aunque se trate
del mismo evento, y es por eso que a cada uno en los que he participado los he
denominado con diferente nombre.
Mi primer maratón fue en
Monterrey el 12 de diciembre del 2010. Llegar por primera vez a la meta me hizo
experimentar una alegría que no puedo describirla con palabras, lo que sí puedo
decir es que llegué tomado de las manos de mis hijos, que mejor ocasión que en
la primera vez, fue un momento sensacional cuya alegría me perduró por muchos,
muchos días, corrí cada metro con la alegría de llegar a la meta, y dejar atrás
todos los demonios mentales que se atraviesan en el inter. Disfrute cada porra,
leí cada cartel que animaba a conocidos y extraños, bailé en alguna parte del
recorrido. La alegría siempre me mantuvo en movimiento aún y con los dolores en los pies y piernas. Ese fue el principal motivo que me
mantuvo concentrado en el objetivo, llegar a la meta. La primera vez nunca se olvida, esa alegría
tampoco, por eso fue EL MARATÓN DE LA GLORIA. Ese día me convertí en
maratonista.
Al siguiente año me encontraba
entrenando más fuerte, nuevamente para el maratón de Monterrey, quería mejorar
mi primera marca de 4:25 horas. Entrenamientos al pie de la letra, concentrado,
mejorando el paso, disciplinado, incluso en esos días llegué a los 50 minutos
en un 10K. El día del evento amaneció con llovizna y un frío de los mil
demonios, si no mal recuerdo estábamos a 6 grados centígrados, así dio inicio
el arranque, el tiempo nunca mejoró, yo iba concentrado otra vez, mantuve mi
paso al cual había entrenado, el frío y la llovizna no cedían, ya no sabía si
reír o llorar, los dolores comenzaron más allá del km 35 con la consecuencia de
disminuir el paso, pero nunca me paré a caminar, al entrar al paseo del río
Santa Lucía, se me hacía cada vez más lejos llegar a la meta con tanta vuelta
en esa zona, los dolores y el cansancio acumulado me hicieron bajar aún más el
ritmo pero no quería caminar, entramos por fin al circuito del parque
fundidora, la vuelta final me pareció una eternidad, mi corazón me reclamaba y
pedía piedad, mi único objetivo era llegar sin caminar, por fin la última
vuelta y frente a la arena Monterrey apareció la meta, esos últimos metros me
supieron a gloria, solo que en ésta ocasión no había nadie esperándome, solo un
frío que me abrazaba con el viento y me hacía sentir la heladez de un tempano
en medio del océano ártico. Por fin crucé la meta. No supe de donde saqué fuerza
para no caer, me tambaleé un poco, recibí mi medalla, un poco de alimento y
bebidas que tenía en hielo como si hiciera falta enfriarlas más. Me senté en
una jardinera, lloré. Mi cuerpo comenzó a perder temperatura y comencé a
temblar cada vez más fuerte, como pude
me levanté me fui al carro, me quité la ropa mojada, me forré con ropa seca, y
ahí me quedé unos cuantos minutos a recobrar un poco de calor, quizá fueron 15
o 20 minutos, no recuerdo, no me quiero acordar. Estuve a nada de la
hipotermia, ya un poco más recuperado me fui casa y al llegar, me pregunta
Alicia, ¿Cómo te fue? Solo le respondí, mal… esperaba su consuelo pero su
respuesta fue: nadie te mandó, fuiste porque quisiste! (en esa época ella aún
no corría, por eso no le guardo rencor) Me di un baño con agua caliente, me
metí a la cama y ahí me quedé hasta el día siguiente. Volví a llorar en
silencio. Mi tiempo fue de 4:09 hrs. Mejoré en 16 minutos el tiempo de mi primer maratón. ESTE FUE EL
MARATON DEL INFIERNO…. ¿Quién dice que en el infierno no hace frío?
Pero uno no entiende, ni por las
malas, unos días después ya estaba pensando en el siguiente objetivo, así que
para antes del fin de año ya tenía mis opciones y semanas después ya estaba
inscrito para el maratón de Chicago que sería en Octubre del 2012. Mi entrenamiento se fue complicando y tuve
algunas lesiones, en el inter conocí el método Osler que consiste en combinar
el trote con caminata, eso ayuda a los músculos a recuperarse y retrasar la fatiga de los
mismos. Decidí llevarlo a cabo y lo practiqué durante mis entrenamientos, sobre
todo porque la lesión no cedía, así llegamos a Chicago, Alicia ya corría, ósea,
ya estaba inmersa en el mundo del
running y su perspectiva ahora era diferente. Las emociones comenzaron desde
antes, cada semana del entrenamiento escribía una reseña, así lo hice por 18
semanas consecutivas hasta que una fría mañana de aproximadamente 3 o 4 grados
centígrados ya estaba en el corral de salida esperando mi turno de arranque,
las emociones estaban a flor de piel, así lo fue todo el recorrido, la sonrisa
nunca me la quité del rostro, seguro la
tenía congelada por el frío, pero eso era una respuesta automática dadas las
porras que recibía, además llevaba mi nombre en la playera, fue un gran
acierto. Chicago fue felicidad total km a km, y llegar a la meta fue
simplemente fabuloso a pesar de las molestias naturales de la distancia. Mi
tiempo fue de 4:18 hrs. aún y con las sesiones de caminata que hacía en cada
punto de hidratación. Por todo eso, Chicago fue EL MARATON DE LAS EMOCIONES.
Para el 2013 decidí participar en
el Maratón de la Ciudad de México por un motivo muy especial, ese año mi papá
cumplía 30 años de haber partido a mejor vida, en agosto es su aniversario
luctuoso y en agosto se efectuaría el maratón, así que iba dedicado
especialmente para él. De nuevo las lesiones aparecieron, pero esta vez estuve
que pasar por alto el evento, ya tenía mi inscripción, así que Alicia tomó la
estafeta del número y como había estado entrenando conmigo no tuvo escapatoria
y así fue como corrió su primer maratón, así es, su debut fue a 2240 metros de
altura sobre el nivel medio del mar. Yo solo la acompañé durante los últimos 5K
y entramos juntos al estadio universitario. Fue fabuloso verla feliz.
Llegó el 2014 y con él muchos más
retos deportivos como lo fue el medio Ironman de Monterrey en Marzo y el triatlón Olímpico en Mayo, pero aún
tenía un compromiso pendiente, tenía que cumplir a como fuera lugar. Por algo
pasan las cosas, ésta vez, la fecha del Maratón de la ciudad de México sería el
31 de agosto, precisamente el día en que 31 años antes mi papá había cumplido con
sus compromisos terrenales y había sido llamado a dar cuentas de los mismos.
Ese sería el día de cumplir el compromiso pendiente de un año atrás.
Mi entrenamiento fue complicado,
entre viajes de trabajo, compromisos y demás logré llegar a la línea de salida,
ese día vestía una playera especial para cumplir el compromiso aún que no
estuviera en mi mejor forma, además que aún no habíamos arrancado y ya se
estaba cayendo el cielo, llovía a cantaros, el agua escurría por todo el cuerpo,
escuchaba atento el mensaje que daban previo al arranque aderezado de imágenes
que se proyectaban en las pantallas gigantes del arco de salida, tenía miedo,
miedo por la lluvia, miedo porque mi entrenamiento fue atropellado, miedo por
la altura de la ciudad, miedo natural que en sí genera éste tipo de eventos, miedo
a la incertidumbre. Yo pedía un mensaje ante la ansiedad que me invadía, pero Dios es muy grande y me entregó la
respuesta a través de la voz que salía de los altavoces que entre otras muchas cosas decía: vas
a pasar por todo tipos de emociones pero éste es tú maratón disfrútalo….. y porque a la mente de un maratonista no la
derrota nada ni nadie !! Bingo! Esa frase me retumbó en la cabeza,
y dije, claro que lo termino porque lo termino, no hay otra opción. Gracias
Dios, mensaje recibido.
Fue un maratón complicado por la
altura, desde el km 18 tuve que parar a caminar y recuperar el aliento, pero el
objetivo era claro, tenía que cumplir. Un recorrido muy bonito, mucha gente
apoyando y las porras que recibía pero en especial de los corredores que veían
la parte posterior de mi playera con la
dedicatoria y me daban todo tipo de ánimos: aquí viene tu papá…, anda, vamos
por el viejo…, desde arriba te apoya…, tienes un ángel…, etc., etc. Cuando
menos lo imaginé, estaba dejando constancia en video con mi entrada al estadio
de CU y llegando a la meta con rayos de sol y cielo azul. Este fue EL MARATON
DEL COMPROMISO, del compromiso cumplido. Mi tiempo fue de 4:49 hrs. Muy lejos
de mi Record Personal pero con la satisfacción de haber cumplido cabalmente.
¿Será que a los corredores nos
gusta la mala vida? No, no creo, más bien nos gustan los retos, no nos gusta quedarnos
sentaditos y bien portados, tenemos que andar del tingo al tango. Y pues ni
modo, ya tenía mi inscripción para el maratón de MTY edición 2014. No entiende
uno, todavía no sales de una y ya estás apuntado para otra carrera.
Domingo 14 de diciembre de 2014,
cinco mil quinientos corredores, llegamos Alicia y yo al parque fundidora antes
de las 6 AM oleadas de gente salían de todas partes, a lo lejos vi a mis
compañeros del POWERADE CYCLING TEAM con quienes participo en los carreras de
bici de montaña (aprovecho el espacio para el comercial: quedé en 4º lugar de
mi categoría en el serial estatal de éste año). Me acerqué a ellos, saludé a Joel, Nacho, en fin, a todos los ahí reunidos.
Continuamos caminando y ahora me
encuentro a varios co-equiperos de Even Labs con quienes tengo aproximadamente
un año entrenando con ellos la parte de triatlón comandados por el buen Milo y
Román un poco a distancia. Alicia y yo nos despedimos, pues ella iba con sus amigas
corredoras y compañeros de los Gusanitos Runners.
Foto de Maratón Powerade Mty |
Fueron llegando más del equipo
Even Labs y nos fuimos enfilando hacia la salida, pero estábamos muy muy atrás,
dieron el arranque y creo tardamos casi 5 minutos en cruzar el arco de salida.
Un arranque un tanto atropellado dada la cantidad de gente y los diferentes
ritmos. Los rojos nos fuimos separando y dispersando entre el contingente, ya afuera
del parque y dando vuelta hacia Av. Madero nos encontramos a Audrey, traía
mucha pila y se aventaba unos arrancones para rebasar a la gente, le decía,
tranquila! Aún falta mucho que recorrer… creo que me hizo caso porque ya no la
volví a ver. Llegando casi para dar vuelta hacia Constitución alcancé a Alicia,
venía entre un contingente de Gusanitos, la sorprendí con una nalgadita y la vi
voltear con ganas de soltar una cachetada pero ya que me vio solo se sonrió,
intercambiamos algunas palabras de ánimo y amor, le dije a sus co-equiperos, ahí se las
encargo! Me la cuidan bien! Si claro, respondieron, nos despedimos y seguí mi
camino que era el mismo de todos los demás. Después y no muy adelnate venía Gaby, también vecina, igualmente nos saludamos. Más adelante me rebasó el Doc.
Muela, iba tan rápido que ni lo pude saludar. Todavía el contingente era
apretado, sentía una molestia en la pierna por fuera de la espinilla, aun no
lograba encontrar mi ritmo, mi paso, recordaba la estrategia que me había dado
Milo (el Coach) y la repasaba en la
mente. Más adelante al final de Av. Revolución y tomar hacia el cruce de Garza
Sada, me encontré a Luis Arizpe, un buen amigo corredor y comandante del equipo
de corredores de Alestra, nos saludamos nos fuimos platicando algún tramo. Más
adelante dando la vuelta hacia Lázaro Cárdenas frente al Walmart di alcancé a
Paco, vecino de la colonia y corredor con quien hice un par de entrenamientos,
nos saludamos y continuamos. Casi para llegar al primer Home Depot vi a Cesar
en la bici tomando fotos, le grité y lo saludé, desde luego iba escoltando a
Claudia, nos saludamos con gusto, Cesar nos tomó unas cuantas fotos y luego
Claudia me dijo, ándale Rulo dale a tu paso, traes más fondo que yo. Nos
despedimos y continué.
Hay una camioneta Toyota Avanza color plata que la he visto en los últimos 4 maratones, en el del infierno, el del 2012 y 2013 que lo hice en bici con el equipo de POWERADE y en ésta ocasión no podía faltar. Siempre va siguiendo al contingente tocando el claxon y animando, tiene un par de niños que los he ido viendo crecer, la primera vez los llevaba forrados de ropa, parecía osos de peluche sentados en sus sillas porta bebé, en esta ocasión ya iban asomados por las ventanas gritando y echando porras, ésta señora se ha vuelto un ícono del maratón, su esposo corre y ella es su porra móvil, y sé que es su esposo porque en una ocasión me caí de la bici en la bajada del puente de Vasconcelos por estar dando chocolates a los corredores y ahí estaba ella, me ofreció papel y vaselina para ponerme en el raspón que me había hecho.
Foto de Cesar Flores |
Hay una camioneta Toyota Avanza color plata que la he visto en los últimos 4 maratones, en el del infierno, el del 2012 y 2013 que lo hice en bici con el equipo de POWERADE y en ésta ocasión no podía faltar. Siempre va siguiendo al contingente tocando el claxon y animando, tiene un par de niños que los he ido viendo crecer, la primera vez los llevaba forrados de ropa, parecía osos de peluche sentados en sus sillas porta bebé, en esta ocasión ya iban asomados por las ventanas gritando y echando porras, ésta señora se ha vuelto un ícono del maratón, su esposo corre y ella es su porra móvil, y sé que es su esposo porque en una ocasión me caí de la bici en la bajada del puente de Vasconcelos por estar dando chocolates a los corredores y ahí estaba ella, me ofreció papel y vaselina para ponerme en el raspón que me había hecho.
Ya para entrar a la zona de Valle Oriente me encontré a
otros dos corredores de Even, no recuerdo sus nombre pero nos saludamos y
avance algunos metros con ellos hasta que mi propio ritmo me hizo adelantarlos,
ya estábamos cerca del km 21 y mis piernas comenzaban a reclamar toda la parte
de la subida, pasamos el arco del km 22 frente a Plaza fiesta ahí por el Hotel
Quinta Real y vi a Dey y la saludé de nuevo, iba dando algunos pasos, supuse
que se recuperaba de la subida. Mariana me había comentado que estaría cerca del
Sport City, entré a la zona de Calzada del Valle y ponía atención para ver si
la ubicaba, de pronto vi el arco del km 25, ahí estaba el Coach Milo quien me grita échale Rulo, échale!! Solo respondí
Si!!! Volteo a la izquierda y veo un brazo extendido con una bolsita de agua la
tomo, veo su rostro y me grita Raúl!!! Era Dagmar, la reconocí de inmediato por
su sonrisa tamaño gigante y sus ojazos que iluminan aún a plena luz del día,
solo alcancé a decirle gracias Dag! Choqué la mano con alguien más del equipo y
seguí adelante. Dije Mariana no estaba, pensé, seguro se fue corriendo con su
hermana. Ya después me dijo que ahí estaba pero pasé por el otro lado quizá por eso no la vi.
Foto de Sergio Garza |
Más adelante sobre la misma
calzada me encontré a Sergio, otro consumado maratonista de Alestra y además vecino
también, iba caminando, lo abracé por la cintura y le dije, ¿Qué onda Checo?
¿Cómo vas? Me dijo ando bien tronado de las piernas… vente, vente, le dije y
comenzó a correr pero ya más adelante se fue quedando. Ya en la parte de
Morones Prieto vi a Joel en la bici (por cierto, no le digan a nadie pero iba
en un bicicletón de contra reloj) y con cámara en mano, le grite y me dice que
onda Ruly, ahí te alcanzo, comenzó a pedalear y más adelante se detuvo, sacó la
cámara y me tomó algunas fotos, le di las gracias y continué.
Foto de Joel Mancinas |
Esa parte fue la más complicada,
ya tenía un fuerte dolor en los cuádriceps, tres días antes me había dado
masaje, los tenía muy cargados y fue algo doloroso, supongo que me estaban
pasando la factura por haberlo hecho unos días antes.
Sin esperarlo, salió nuevamente
de la nada Milo, ¿Qué onda Rulo? ¿Cómo vas? Me gritó, le hice los dos pulgares
hacia abajo y me toqué las piernas, le dije ando bien adolorido… Acábalo,
acábalo!! Me gritó, le dije si seguro que sí, me dice toma coca y agua, coca y
agua! Fueron sus últimas palabras mientras yo subía el pulgar derecho, así como
el Like del feis.
Más adelante encontré a otros
compañeros de Even que 15 días antes habían hecho el Ironman de Cozumel,
nuevamente nos saludamos, son unos guerreros incansables, no llenaron con las
140.6 millas y ya estaban ahí nuevamente a la carga por 23.6 más.
Ya estaba cerca del cruce con Av. Revolución y alcancé a ver que el
contingente daba vuelta en U más adelante por el parque España; en sentido
contrario ya venía Luis, también de Even, nos saludamos a lo lejos y nos
animamos a señas.
Una subidita más, ufff, ya no
solo eran las piernas, los pies también me dolían, ya me imaginaba el tamaño de
la ampolla del pie que más me molestaba. Cruzamos el río Santa Catarina y dije,
ya entrando a Fundidora está el km 40, dije esos dos km son los que siempre
corro con el corazón porque la cabeza y las piernas ya no responden por lo que
dije, un último respiro y hasta topar con pared. Así que un poco antes de
entrar al parque Fundidora comencé a caminar, llevaba unos cuantos pasos cuando
se me empareja una damita y me dice, ándale, ya llegamos, síguele, palabras
más, palabras menos, era la primera corredora que me animaba, el resto de las
porras habían sido de la gente que había ido a animar. Comencé a trotar a
manera de corresponder el ánimo brindado, intercambiamos algunas palabras,
mientras íbamos entrando a fundidora, pasamos por el rio, luego el crisol y ya
después no volví a ver a Marissa pero venía muy cerca.
Foto de Mauricio Dávila |
Insisto, esa última vuelta al
circuito de Fundidora es eeeeettttttteeeeeeerrrrrrrrrnnnnnnnnaaaaaaa más cuando
ya llevas 40 km.
De pronto aparece un Even en
bicicleta me saluda y comienza a apoyarme, me dice, ya llegaste, ya estás muy cerca, le
agradecía y como podía me aguantaba el dolor, me acompañó casi los últimos 500
metros más o menos; di la última vuelta y vi la meta de frente, aceleré el paso
pero no para hacer un sprint final si no para buscar un espacio no muy concurrido
para la foto de la meta…. Bien cansado pero que tal para la foto???
Al pisar el tapete se me olvidó
el dolor y di un pequeño salto, levanté los brazos y di gracias. Detuve mi
cronómetro, marcaba 4:25 hrs., el reloj oficial decía 4:31 hrs. Seguí caminando
y a lo lejos escuché que me gritaban, voltee la mirada y buscaba entre la
multitud, era Milo, el Master Coach, le marque el tiempo a señas y solo me respondió muy bien y
levantaba los pulgares gritando Bien hecho Rulo!!
Ya en la zona de recuperación me
encontré a varios amigos más, entre ellos a Mario alías el Bam Bam, otro
guerrero incansable que también 15 días antes había estado en el IM de Cozumel
y que hizo un poco más de 3 horas en éste maratón…
Luego llegó Dey y me confirmó que
se había lastimado los gemelos, y así fui saludando a varios más.
Al día siguiente me llevé una
grata sorpresa al ver la foto de llegada a la meta, me di cuenta que justo
atrás de mi estaba Marissa, recuerdo que en sus tenis llevaba unas alas, se me
apareció en el momento indicado, le mandé un mensaje de agradecimiento y
después supe que el Even de la bici al final del recorrido era su hermano
Mauricio.
Comenzar el maratón casi al final
del contingente hizo que me encontrara muchos buenos amigos durante el
recorrido, no porque yo sea muy rápido, si no porque mantuve el pasito tun
tun lo mas que pude, casi 6 min/km al menos casi los primeros 35 km. Por todos estos encuentros, por la camaradería, por
los momentos Priceless como dice Marissa, y porque la convivencia y apoyo mutuo
estuvo siempre a lo largo de éste maratón he decidido llamarle EL MARATON DE
LOS AMIGOS.