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sábado, 14 de abril de 2012

La Bici (Parte II)


La Bici (Parte II)




En alguna ocasión, rodando por el rumbo de la Huasteca, con el apenas sol naciente, el viento fresco que a pesar de pedalear,  hacía sentir su frío matinal en la humedad del cuerpo producto del esfuerzo que veníamos realizando y como de costumbre, con el uso obligado de casco, guantes, calzado, ropa dry fit, gafas, etc., es decir todo el outfit propio del ciclista de montaña, cabe decir que llevábamos reservas de agua y algunos snacks para recuperar la energía, disfrutábamos el momento del accidentado camino y pedaleando con una buena cadencia en una semi cuesta no muy pronunciada cuando si mas ni mas nos da alcance algún habitante oriundo de la zona rural por la que nos adentrábamos, era ya de avanzada edad, vestía pantalón de mezclilla, camisa vaquera, en lugar de sombrero llevaba gorra en una bicicleta sencilla, ya una vez a nuestro lado, nos saluda, correspondemos al buenos días, algunas palabras más le siguieron al diálogo y luego continuó avanzando y poco a poco se fue alejando, nosotros, solo nos volteamos a vernos unos a otros, esperando a ver quien emitía el primer juicio de lo que acabábamos de presenciar, alguien dijo: nos pasó como si nada! Todavía nos saludó y nosotros pujando por el esfuerzo……reímos, pero en el fondo nos caló el rebase, nos pegó en el  orgullo…en ese ego que no nos deja en paz.

Esa escena, nos enseñó y reafirmó que para lo que unos es recreación, para otros forma parte de su modus vivendi, de su único medio para transportarse, para trasladarse un día tras otro y poder ganarse el sustento, y lo mejor,  sin la parafernalia que para otros es esencial, no ocupan cuadros de aluminio o carbón, no tienen frenos de disco hidráulicos, ni 27 velocidades, ni rines cerámicos, ni computadora con termómetro, altímetro y menos un GPS que grabe la ruta o que decir de un reloj con monitor cardiaco y saber cuántas calorías quemó…. nada de eso, simplemente, se suben a la bici, hacen el recorrido de costumbre, quizá a veces a pleno sol, quizá de noche, quizá en alguna ocasión les agarre una tormenta a la mitad del camino, quizás, quizás, quizás….. así como cantaba Natalio Reyes Colas, ósea, Nat King Cole, cuantas otras situaciones se les pudieran presentar en el camino tanto climatológicas como fisiológicas, en fin, muchos riesgos que se pueden dar, ¿y saben qué?, así sucede toooodos los días en muchas muchas localidades, poblados, rancherías, etc., de nuestro querido México, donde el único transporte familiar, es una bicicleta.

Ahora bien, las ciudades de pequeñas a grandes, o de grandes a pequeñas, cuestión de enfoque, sin importar su tamaño, no están exentas de la movilidad terrestre en su versión bípeda, no por ser una metrópoli con transporte público significa que no haya quien utilice la bicicleta en su diario que hacer, solo basta poner atención a las calles y avenidas para ver lo que sucede, así, las junglas de asfalto se convierten también en serios riesgos para los ciclistas citadinos, ya sea en su modalidad de transporte personal,  de carga (los panaderos son el ejemplo más común), de comercio (con su canasta de tacos y uno de esos frascos enormes de mayonesa lleno con una salsa verde endemoniadamente picosa), el repartidor, el jardinero con su podadora, il postino (léase “el cartero” por si no dominas el italiano) que entrega las buenas nuevas y las viejas deudas, el policía, el estudiante, el deportista, el chaval que va por las tortillas, el dominguero, etc., etc.,….la lista puede ser muy larga y los espacios para rodar muy cortos, reducidos o nulos y los riesgos, uuyyy, muchos!





Ciudad o no ciudad, la bicicleta sigue siendo un medio muy utilizado en el mundo entero, las culturas varían de país a país, al igual que su uso, no así los riesgos, estos son latentes para todos en cualquier situación de uso que se le dé. Hace uno días llegó a mí una nota de un ciclista que falleció en Cozumel mientras entrenaba para un Ironman, arrollado  por un taxista, por un lado, una persona con un sueño por cumplir, una meta por alcanzar, por otro lado, una persona buscando el sustento para los suyos, quien fue el culpable? No lo sé, solo sé que fue acto que deliberadamente le corto la vida a una persona, de una o de otra parte tuvo que haber una responsabilidad y una co responsabilidad desde luego, el de las dos llantas llevaba la de perder frente al de las 4 ruedas motorizadas.

Leí con atención todos los comentarios de los que ahí opinaban, para bien o para mal, la mayoría de la gente que comentó la nota era de Cancún donde existe una gran cantidad de deportistas y aficionados al pedal, me refiero al de rodar, todos, defendiendo su punto de vista a favor del ciclista, pocos entendiendo que son vías que se comparten y que por lo mismo debe haber respeto mutuo, lamentablemente fueron los menos, otra vez cuestión de enfoque, cada quien lo ve desde su trinchera, desde su propio mundo, y esto es como la política y el futbol, nunca nos vamos a poner de acuerdo, todos quieren tener la razón, el ciclista rueda en la calle porque no hay espacios para ello, el taxista se cree amo y señor de las calles, y su diario transitar lo hace olvidarse de los demás, desde luego hablo en plural porque también hay taxistas que son ciclistas en sus ratos libres, pero así, todos aquellos que no tienen la sensibilidad, lo posibilidad de ver todo lo que hay a su alrededor, pierden esa capacidad, no hablo de la visión, si no de la posibilidad de OBSERVAR lo que sucede alrededor.

Cuando estas involucrado en alguna actividad pones especial atención a los detalles de la misma, si no estás involucrado, solo sabes que existe pero es muy difícil que tomes nota de lo detalles, sé que muchos ciclistas estarán leyendo esto, si tu practicas la bici de montaña, desde luego que cuando haces un recorrido o asistes a un evento de competencia, observas con más detalle las características de las bicis y el entorno, pero si a tu lado pasa un grupo de ciclistas de ruta, te puedo asegurar que las bicis no las observas con el mismo grado de atención que como lo haces con las bicis de montaña, y si eres solo ciclista de ruta te sucede lo contrario, pero si haces ruta y montaña observas detenidamente ambos tipos. El abogado se fija en los puntos y comas de los contratos y a lo mejor se olvida de los números y cálculos financieros que ahí se estipulen, así, cada quien se interesa en lo que está inmerso,  y para el resto, quizá el mundo sigue rodando.

 En resumen, ALGUNOS conductores de autos, de camiones, de taxis o cualquier otro vehículo motor que no esté involucrado en el mundo del ciclismo, al observar a una persona en bicicleta en alguna calle o avenida, lejos de verlo desde el punto de vista ciclista y procurarle distancia, paso, preferencia o cualquier otra cortesía vial, su primer pensamiento podría ser de molestia, podría pensar que le estorba ya que debe bajar la velocidad, o bien, en que debería de irse por la banqueta o que simplemente no tiene nada que hacer ahí estorbando en la calle y así, una gran diversidad de pensamientos en su mayoría negativos hacia al que pedalea, si no crees, has el siguiente ejercicio mental: piensa o imagina un instante que vas conduciendo y te rebasa una moto repartidora de pizza a toda velocidad y dime que sentimiento te llego en el momento de meditarlo……interesante no crees? Aunque claro, esos intrépidos repartidores se han ganado un lugar a pulso con la misión entregar a tiempo el pedido, y lo peor, arriesgando su vida, no así los ciclistas. Cada quien ve las cosas desde su punto de vista, ahí el detalle todo depende con el cristal que se mira.





Dice la ley de la conservación de la especie que el pez más grande se come al más chico, también,  que el mas fuerte sobre vive, y así, esta teoría se replica en muchos sistemas, en un mundo en movimiento, el camión pesado, por inercia, se lleva al más ligero, el úrbanero se lleva al taxista, el microbusero se lleva de encuentro al auto particular, el particular arremete contra el motociclista, y al ciclista se lo carga el payaso con cualquier otro vehículo motor, aunque éste esté parado y apagado, con solo abrir una puerta sin espejear, zas!! Ahí quedan restos de humanidad que no se salvan de aunque sea un mínimo raspón!

Pues déjame decirte que mientras no haya una cultura vial que nos permita entender que tanto camiones, taxis, autos, motos y ciclistas compartan espacios, las agresiones y las diferencias estarán presentes y latentes. Ya lo dijo Benito Juárez, el respeto al derecho ajeno es la paz.


Y los peatones apá?



jueves, 5 de abril de 2012

La Bici (Parte I)


5 de Abril del 2012.
La Bici (Parte I)

¿Medio transporte?
¿recreación?
¿deporte?
¿aventura?
¿lujo?
¿necesidad?

La lista puede continuar, hay quien asevera y afirma ser su novia, su amante, su confidente, su compañera, o simplemente su aventura, cualquiera que ésta sea la utilidad o relación, la Bicicleta sigue siendo un medio para movilizarnos, para activarnos, para ejercitarnos o simplemente para trasladarnos, de eso, no hay duda.
Mi  relación con ella es de muchos años, aprendí solo, sin llantas auxiliares, sin alguien que me siguiera detrás para cuidar mi balance, solo recuerdo la osadía de tomar la única bicicleta que en ese entonces era compartida por 4 hermanos, una vagabundo, no recuerdo mi edad, ni mi altura, era el año 72 o 73, pero ya lograba sentarme sobre los dos tubos superiores del cuadro, usar el asiento simplemente estaba fuera de mis posibilidades, la pericia la adquirí por las ganas de rodar, de salir a explorar las calles, de conocer, de aventurarme, no había casco, no tenía guantes, ni nadie que me guiara o que me advirtiera de los riesgos, simplemente la tomaba, me salía y no daba aviso para evitar la posibilidad de negarme el permiso, así comencé a rodar, así comenzó mi afición por los pedales y la aventura.
Eran otros tiempos, sin riesgos más que los de ganarse un regaño y un castigo por salirse sin avisar, así fue mi niñez, sin complicaciones, sin miedos, sin advertencias, solo me salía a explorar las calles de los alrededores, los callejones, los parques, los andadores, los espacios inexplorados de la zona.
La vagabundo fue una bici que use ya cansada, al formar parte de la tercera generación, recuerdo que en ocasiones mis hermanos, especialmente Jorge, 7 años mayor que yo, me llevaba sentado en el cuadro, me metía al monte de los entonces terrenos baldíos de la colonia Fuentes del Valle, recorríamos la loma, de los doloroso recuerdos que tengo  le decía: ya me duelen las nachas!! Solo se reía, pero yo seguía feliz de la aventura de recorrer tomado del maniubro en forma de cuerno, con los pies en la salpicadera delantera, cada bache, cada borde era un sufrimiento pero aún así Jorge me llevaba a la aventura, lo disfrutaba, me dolía pero era feliz.


Así era la Vagabundo.

El tiempo siguió su marcha, crecí, la bici se oxido y ya viviendo de regreso en la ciudad de Mexico, la vagabundo oriunda de Julio Cepeda requería cariño, una manita de gato, asiento nuevo, las varillas traseras estaban rotas, las llantas requerían cambio, las masas del freno trasero les urgían baleros nuevos, así, la Vagabundo fue internada en un taller de bicicletas, se me hacía eterno cuando el “maestro de las bicis” decía, para el próximo sábado estará lista, ni hablar, al tiempo tiempo.
Ya una vez renovada, mi papá me dijo que necesitaba pintura, yo solo pensé en otra semana sin pedalear por las calles, sin salpicarme de lodo por los charcos, pero para mi sorpresa, la pintura se efectuó en casa, con pintura en aerosol, era un azul desabrido, no me gustaba el color, se lo dije a mi padre, pero eran otros tiempos, había respeto  y las ordenes se acataban, no se discutían, en fin, el color azul semi feo claro no impidió que yo dejara de subirme a la bici.
Por esas fechas, finales de los setentas o principios de los ochentas, mi papá compró una Bici de “carreras”, recuerdo que era una Magistroni Verde de 5 velocidades, tengo vagos recuerdos del rack en la que subíamos las bicis, pero lo que si tengo bien presente es que regularmente los fines de semana íbamos al autódromo Hermanos Rodriguez o bien al circuito del Bosque de Chapultepec, donde dábamos algunas vueltas, recuerdo bien que las últimas ocasiones, ya solo llevábamos la Magistroni, y la compartíamos, el daba una vuelta, luego era mi turno, así fueron las últimas ocasiones que salíamos a andar en bici Padre e hijo.
Mis hermanos los “mayorcitos” recuerdo que también tuvieron un especial gusto por las bicis, ellos tenían cada quien la suya, ya eran profesionistas pero los fines de semana rodaban en grupo con los vecinos, la de Fausto era amarilla con Negro, la nombró la “Yellow Pingo”, la de Willy era azul, creo que también era Magistroni, ellos se aventuraban mas y llegaron a hacer recorridos vía la carretera a Cuernavaca hasta Tres Marías, donde después de recargar energía con algunas quesadillas regresaban a casa.
Así continuó el tiempo, mi papá reguardaba su bici con candado, pero en alguna ocasión di con el escondite de las llaves y desde luego que me salía a escondidas, para ese entonces, mis excursiones ya eran más extremas, llegué a ir hasta el Bosque de Chapultepec, aún no cumplía ni los 15 años, creo andaba entre 13 y 14 años, pero ya podía montar la bici de “carreras” de mi padre.
En una ocasión, veníamos de regreso de Chapultepec, David venía delante de mi, recuerdo que pasamos por una zona de Av. Chapultepec ya para llegar a Fray Servando y había algunos trabajos no sé si de alcantarillado, de teléfonos, o que se yo, el hecho es que habían excavaciones y las tapaban con placas de acero, el detalle fue que con la llanta delantera no pude subir de manera paralela la plancha, por lo que llanta continuó deslizándose sobre la orilla hasta que finalmente había una parte del pozo descubierta y me fui para adentro, es decir, me clavé de la llanta delantera, me incorporé aún agarrado del maniubro, pero este estaba solo, se había roto del poste-potencia….le grite a David que en ese entonces era adolescente, osea, unos 4 o 5 años mayor que yo, se regresó y sacamos la bici, vimos que no había forma de repararla momentáneamente para continuar, me dijo, llévate la mía, así que con una mano en el poste y la otra en el maniubro, se fue rodando cual acto circense de gran calidad, nadie del medio lo vio hacer los malabares, porque estoy seguro que de así haber sido, se lo hubieran llevado a las Vegas o al Cirque Du Solei o mínimo con los Hermanos Vazquez o los Fuentes Gasca.
Desde luego que yo iba preocupadísimo, pensando en la friega, regaño y castigo al que me haría acreedor, en primer instancia, por sacar la bici resguardada con candado, lo cual, ya era una gran osadía de mi parte, segundo, salirme sin permiso, tercero era un mocoso rodando por las avenidas del centro de la ciudad hasta el lago de Chapultepec, y por último, haber dañado un bien ajeno…..simplemente no me calentaba ni el sol.
Una vez que llegamos a casa de David, se apareció su hermano Carlos, unos años mayor, le comentamos de la situación y ellos simplemente buscaban como resolver el problema, subimos la bici a la combi de su mamá y nos dispusimos a buscar un taller donde soldaran la pieza, desde luego que no contaba con dinero, pero ellos hicieron frente, de lo cual, les sigo estando muy agradecido.
Unos cuantos puntos de soldadura resolvieron temporalmente la situación, y una vez de regreso, procedimos a encintar el manillar y desde luego para ocultar la reparación, en eso estábamos en su casa cuando escuchamos que mi hermano Jorge llegó a buscar a Carlos, como pudimos corrimos, subimos la bici por las escaleras y nos resguardamos en una recamara para terminar de “ocultar” el daño y la bici… jajaja, ahora recuerdo y me río pero en esos momentos creo que un pañal hubiera sido insuficiente para tremendo susto.
Meses después, a mi papá se le ocurrió cambiar el maniubro por uno mas cómodo para él pues el original era el de cuernos y el nuevo era tipo bici de cartero, y en efecto, ahí estaba yo ayudándole, mientras el quitaba la cinta, yo solo sufría, no sabía lo que iba a pasar, hasta que salió a relucir la soldadura….
Mira nada mas lo que hicieron tus hermanos!!! fue su primer y única exclamación, yo quería que me tragara la tierra, mientras él trataba de inquirir cual de los tres había sido, yo simplemente tragaba saliva, mientras comenzaba a llamarlos para el interrogatorio obligado, me armé de valor y le dije: sabes papá? Mande!! Con voz molesta y casi gritando, le dije, yo fui!! Queeee???? Si papá, yo lo rompí!! se quedó callado, pasaron unos segundos y yo creo que al ver mi cara de sufrimiento ante lo que vendría, me dijo, y porque no me dijiste?? Esto no se debe soldar, la pieza se debe cambiar, es muy peligroso andar así!!! Yo no podía creer lo que escuchaba.
Cuando dijo eso, yo solo pensaba que faltaba el cómo fue, el donde, el porqué la usaste sin permiso, etc., pero gracias a Dios, eso nunca llegó. Ahí quedó el asunto, no hubo regaño, solo una gran lección para mi.
Pero la lección no estaba completa, faltó la lección de no usar las cosas sin permiso, así, el tiempo pasó, después tocó el uso discreto de la bici de mi hermano Willy, de carreras, de 10 velocidades, le bajaba el asiento para alcanzar lo pedales, ya era más diestro para pedalear, tanto así que recuerdo que hacía caballitos con esa bici, si, la levantaba de la llanta delantera y así recorría varios metros, hasta que un día sucedió lo que tenía que suceder, estaba dentro de una cancha de basquetbol, la cual tenía cerca de malla ciclónica, yo seguía haciendo los caballitos, recorría toda la cancha, en una de esas, la cancha se me acabo, bajé la llanta delantera pero ya era muy tarde para frenar, choqué de frente con la malla y yo casi salía del otro lado como corte de papa frita extruida en la triste malla, el resultado, la tijera se dobló hacia adentro….rozaba al pedalear.
En esa ocasión sí que no me salvé de una santa regañada de Willy, en esos años mi papá ya nos veía desde el cielo, quizá pensó desde las alturas que debió haberme llamado la atención por tomar las cosas sin permiso desde el asunto de maniubro.